Ante la pobre oferta de la mayoría de las plataformas de streaming, dedicadas nada más a estrenos triviales, crece la demanda por ver películas claves que se adelantaron al membrete de “cine tóxico” y, como no hay estrados digitales confiables, los esmerados trabajos clandestinos de reivindicación han entrado en acción con las debidas señales para los que ya no aguantan (me incluyo) el nuevo cine de acción, las historias familiares-religiosas, la animación en serie, los ya muy atragantados superhéroes, el amor indigesto, las comedias mandilonas, la magnificación de la violencia y vaya uno a saber qué tantas tonterías fílmicas más.
De modo que, mientras unos no quieren salir de las redes de “Betty, la fea”, otros claman por ver lo no tan difícil de conseguir. Todo es cuestión de ingeniárselas.
Fuera del canal de Cine Tóxico de YouTube y ciertos contenidos extremos, pocos son los que se atreven a ensuciarse las manos y el cerebro con este tipo de películas de las que muchas han resucitado del panteón psicotrónico en formatos digitales. He aquí algunos ejemplos extremos:
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En 1978, el director y guionista Peter Hyams se mete en los intrincados terrenos del thriller con “Capricornio uno”, una historia de simulación atractiva y emocionante: el primer viaje a Marte, donde tres astronautas, bajo amenazas directas, tienen que simular el viaje al planeta rojo y sus peripecias, so pena de que su familia pase a peor vida. Uno de los tres astronautas es el recientemente fallecido (esta misma semana) O.J. Simpson. La trama es muy similar al falso alunizaje que, sostienen algunos, fue filmado por Stanley Kubrick para saldar una vieja deuda con la NASA. El reparto es de primera: Elliot Gould, James Browlin, Karen Black, Hal Hollbrock, Telly Savalas… Sin embargo, alguien se da cuenta del tongo y la cosa se complica.
El director Richard Brooks filmó en 1967 la novela realidad “A sangre fría”, de Truman Capote, un escabroso thriller policial y psicológico, donde un honrado granjero de apellido Cutler, su esposa y dos hijos, son brutalmente exterminados por dos expresidiarios para robarlos. Los criminales están increíblemente personificados por Robert Blake y Scott Wilson. Uno puede sentir literalmente los asesinatos y el sudor helado de los dos tipos, enviados de la muerte inesperada y perturbadora. Cuatro nominaciones al Oscar (cuando significaba algo) y una al Globo de Oro, hablan muy bien de esta obra maestra de cine negro y criminal.
“Akiestamos”, de Alejandro Ramírez Corona, explora en el rock mexicano (2012) las personalidades de tres músicos: Ali Gua Gua, El Charro y Charlie Monttana, en un curiosísimo rockumental extremo que abraza la cumbia-punk, de la Ultrasónica Gua Gua, el mariachi, Eduardo Montesinos, hecho en Neza y explora en la vida desmadrosa del que fuera “El novio de México”, Charli “Elvis del Vive Latino” Monttana. El cerrojazo del concierto en el Lunario es antológico.
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Michael Man, el de “Heat”, se mete en el tenebroso corazón del primer Hannibal Lecter del cine (Brian Cox), para implorar que ayude al agente Will Graham a dar con un escurridizo asesino en serie a penetrar en su mente. La cinta tiene factura de 1986, antes de “El silencio de los inocentes”, y tiene una trama intensa, salvaje y muy violenta. En la película permea una toxicidad hipnótica, intensa y muy malvada. Sutileza y matices extremos bordean esta magnífica obra de horror. Hasta Anthony Hopkins se pone a verla y la aplaude.
¿Tiene precio ver volar por los aires después de la explosión de muchísima dinamita, el auto del juez italiano Giovanni Falcone, por andarse metiendo en terrenos de la Mafia? Bueno, pues cinematográficamente, sí. De eso se trata “Cadáveres excelentes”. Honor contra justicia. ¿Quién ganara la contienda? Ni las próximas elecciones presidenciales aquí son tan emocionantes. Actúan Chazz Palmitieri y F. Murray Abraham, en esta cinta emocionante de la justicia contra la mafia siciliana.