Antes de , la banda Nothing But Thieves calentó los motores del con un garage rock agresivo que no sólo puso a los asistentes a brincar y empujarse, sino que algunos corrieron el riego de terminar aplastados frente al escenario, debido a la intensidad del show.

Conor Mason, vocalista, aprovechó el escenario para brincar y patalear al ritmo de una batería enérgica que hacía brillar las luces estroboscópicas con fuerza; mientras lanzaba mensajes de agradecimiento a México por el cálido recibimiento.

“Gracias, México”, dijo Mason con un español imperfecto, pero lleno de emoción.

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Lo que llamó la atención es que, como muchos en el público, parecía más entusiasmado por compartir el festival con Paul McCartney que por su propia presentación.

“¿Quién está listo para ver al maldito Paul McCartney?”, gritó, obteniendo una respuesta eufórica que incluso superó la emoción que el grupo generó, confirmando así lo que ya se sabía, este domingo es del exBeatle.

Fue con la banda que el escenario principal comenzó a tomar ritmo. Para cuando el público regresó del escenario secundario, Beck continuó la fiesta donde McCartney cerrará la noche.

Con ritmos ochenteros y el frío ya asomándose, el músico apareció frente a los asistentes con su característico sombrero texano, lentes oscuros y su larga cabellera rubia, para ofrecer un show que si bien no quedó a deber, sí aligeró la espera para quienes decidieron no moverse del escenario principal con el único cometido de ver a McCartney.

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