
Luc Besson sonríe cuando se le menciona que este año él y Guillermo del Toro coinciden en traer de vuelta a dos de los monstruos más célebres del cine: Drácula y Frankenstein.
“La cinta originalmente se llama Drácula: una historia de amor porque no trata tanto del monstruo ni del horror”, aclara el cineasta francés en entrevista.
“Así que tengo curiosidad por ver la película de Guillermo, porque me encanta su universo. Lo conocí pocas veces, es un hombre encantador y, de hecho, es gracioso, porque Christoph Waltz, quien interpretó al sacerdote en Drácula, actúa en Frankenstein”.
El creador de filmes como Juana de Arco y El quinto elemento, con los que se ganó un lugar destacado en el cine francés contemporáneo, reconoce que su Drácula llega en un momento en el que se están reviviendo los monstruos clásicos, aunque ahora para replantearlos desde otras emociones, como el amor o la pérdida.
Ahí está el caso de Del Toro, que revivirá a Frankenstein en la Mostra de Venecia, o el Hombre Lobo de Leigh Whannell, que se estrenó a inicios de este año.
Besson no tiene idea del porqué están regresando los monstruos clásicos del cine y que su motivación para hacerlo surgió más allá del relato clásico.
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“No soy especialista en monstruos, la mayoría de las veces no me gustan, pero me interesó mucho la historia de amor, el romance de la búsqueda de un hombre por una mujer”, cuenta.
Pero así como el mexicano ahondó en el concepto del amor con su oscarizada cinta La forma del agua (2017), el francés hace lo propio con este filme, en el que se adentra en el corazón del vampiro con la pregunta: ¿Es posible amar a alguien mucho tiempo?
Para reponderlo, narra la historia del conde Drácula, un príncipe del siglo XV, quien tras la muerte de su esposa renuncia a su fe y a Dios, convirtiéndose en vampiro.
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Siglos más tarde, en el Londres del siglo XIX, ve a una mujer parecida a su difunta esposa, sellando así su propio destino.
El director considera que, más que un adorno, el amor es un tema trascendente en nuestros días.
“Lo único que la IA nunca podrá robarnos es el amor”, dice.
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“Todo mundo piensa que Drácula es un monstruo, así que quise hacer una película que hable sobre si es realmente un monstruo o si nosotros somos los monstruos, porque él simplemente es un hombre enamorado, todo lo hace por amor: por Dios, por la esposa que perdió, eso es valioso hoy”.
En palabras de Luc, el filme es una forma de recordarle a la gente la felicidad de estar enamorado, ya que, considera, estamos en una sociedad donde todo va rápido.
Besson ve a Drácula como un monstruo complejo, uno que, más allá de haber resucitado durante 400 años buscando sangre, también nos ha enseñado su lado más humano y vulnerable.
“Es optimista, a veces está muy triste o totalmente abandonado y quiere detenerse. Mostrarlo a lo largo de cuatro siglos fue mi desafío como director”.
El filme protagonizado por Caleb Landry Jones, Zoë Bleu y Christoph Waltz se suma a una extensa lista de adaptaciones que han llevado al vampiro a la pantalla más de 100 veces, siendo una de las más recordadas la realizada por Francis Ford Coppola, Drácula, de Bram Stoker (1992).
“No me importa si mi película aporta algo al personaje de Drácula, me da igual, es realmente el punto de vista del cineasta”.