era sinónimo del Tianguis del Chopo. Todos lo conocían y respetaban. Ahí, el amante de la música y el cine encontraba joyas ya descontinuadas, sin importar que fueran videohomes o grabaciones piratas, que luego compartía alegremente con los lectores de EL UNIVERSAL.

Pero también fue promotor de artistas como Joaquín Sabina; comentarista en diversas estaciones de radio,; divulgador de la cultura pop en universidades y amante de la lucha libre, a la que le dedicó un libro hace más de una década.

Pepe Návar, como se le conocía en el medio fílmico y musical y columnista del Gran Diario de México desde hace casi dos décadas, falleció ayer.

“Fue coleccionista, historiador, recopilador, se metía a los lugares más recónditos de los mercados para buscar cosas del cine y la música, conocía todos los puestos de cosas originales y piratas, era una enciclopedia caminante”, recuerda Mario P. Zsékely, colaborador de EL UNIVERSAL.

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“En el cine su contribución fue traer al presente todo lo que sucedió en el cine de los 60s a los 80s, sacar al Cine B (de bajo presupuesto) del que era apasionado”, añade quien fue “adoptado” por Návar en sus inicios reporteriles.

Carlos Meraz, periodista musical lo recuerda como alguien con un amplio sentido del humor. Návar deambulaba entre todas las disqueras y sus ejecutivos no se escapaban de sus bromas.

“En alguna ocasión en EMI Music, había un ejecutivo que tenia u disco de Sarita Montiel (actriz y cantante española) que le gustaba mucho. Y entonces Pepe, que había hecho una maniobra para consolidar una broma pesada, un día tomó el disco, lo sacó de su funda y lo estrelló contra la pared. El ejecutivo se quedó helado. Después Pepe sacó el disco real de otro lado y le entregó el original. Así era él”, cuenta Meraz.

Návar fue, para muchos, un maestro de cómo prepararse en la profesión. A él mismo le tocó una época de la que prácticamente no queda nada en términos de industria y difusión.

“Cuando empecé en el periodismo musical tuve muchos maestros a los que les aprendí qué no hacer, pero hubo uno sólo que fue de alguna suerte como un guía, un mentor, que le aconsejó al apasionado e inexperto comprar libros importantes como enciclopedias musicales y el Rock, el mito y el grito de Roberto Muggiati, que era un estudio sociológico del rock y una visión diferente a lo que yo podía aspirar. Todavía lo conservo”, abunda Meraz.

En 2011, Návar llevó su pasión por la lucha libre mexicana al libro ¡Quiero ver sangre!. Historia ilustrada del cine de luchadores, en el que junto con Raúl Criollo y Rafael Aviña recopilaron y comentaron cada una de las cintas de gladiadores que hasta ese año habían llegado a cartelera o el video.

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