El 23 de septiembre de 1965, en unos minutos, muchas mujeres y niñas quedaron sin esposo y sin padre a causa de operaciones militares.
Ese día, varios hombres cansados de abusos caciquiles protegidos por el gobierno decidieron luchar por lo que creían, sabiendo que la posibilidad de triunfo era poca.
Lo que pasó posteriormente con la viudas y las huérfanas fue retratado por el escritor Carlos Montemayor en el libro Las mujeres del alba, editado después de su muerte, y que hace tres años fue retomado por su hija para hacerlo película.
“Es el primer levantamiento de guerra contemporánea que se conoce, de ahí sale la novela que terminó dos meses antes de morir y que es profundamente femenina”, dice la realizadora Jimena Montemayor.
“Cuando era estudiante, le decía que no se preocupara, que yo algún día haría una de sus novelas y ésta, cuando la leí, era muy cinematográfica, muy visual y que podía adaptar. Tradicionalmente sólo sabemos de una forma de ataque y son las armas, pero hay muchas maneras de luchar y resistir. Contra lo que se cree, las mujeres siempre han estado presentes en las luchas, los movimientos de cambio y en particular de la guerrilla”, agrega.
Las mujeres del alba, que llega hoy a salas, es su tercera cinta, luego de Restos de viento y En la sangre, y de dirigir capítulos de Señorita 89.
En la nueva historia, muestra a cinco mujeres que en 1965, en esa zona de Chihuahua, eran parte de la resistencia: Luz, Alma, Herculana, Albertina y Montserrat. Ellas son interpretadas, respectivamente, por Valeria Torres, Shaula Ponce y Berenice Mastretta, Chantal Frías, Catalina López y Myriam Bravo.
Además de tener acceso a las entrevistas originales de su padre, Jimena hizo su propia investigación y contactó a algunas de esas mujeres que en esos tiempos eran niñas.
“Es una película que habla sobre las que se quedan si un hombre se va; las cosas continúan su camino, ellas son las que enfrentan lo que viene”, apunta la realizadora.
“Fue un evento que marcó a muchos; de alguna manera esas niñas fueron semilla de otras cosas, algo que nadie podía pensar”, agrega.
Estado de México, Puebla y Tlaxcala sirvieron como locaciones del largometraje filmado en 2021 y que en 2023 inició su recorrido en festivales por sedes como Guadalajara. La cinta contó con la fotografía de Santiago Sánchez y el diseño de producción de Nohemí González.