Había algo especial y rockero en el aire antes de que las luces se apagaran y se diera la tercera llamada. Afuera del , no importaba que fuera lunes, parecía un fin de semana cualquiera, con la gente riendo y cantando, sin preocuparse. Dentro, ya se notaba la mezcla generacional. Hombres de traje que en su juventud hicieron de Proud Mary su himno, parejas que crecieron con la , jóvenes con el cabello largo y hasta veinteañeros acompañados de sus padres. Todos tenían claro que esa velada estaba dedicada a una leyenda viviente del rock: John Fogerty.

A las 9:05, tras un video introductorio que hablaba de su nuevo disco y del proceso creativo junto a su familia, aparecieron en escena sus hijos Shane y Tyler. Un instante después, salió Fogerty con su inseparable guitarra.

El Auditorio se levantó como si se tratara de un acto reflejo: aplausos, celulares en alto y el rugido de la primera canción de la noche, “Bad Moon Rising”. En las primeras filas ondeaba una bandera de México mientras se enlazaban los acordes de “Up Around the Bend”, confirmando que la gira The Creedence Clearwater Revival Years no era solo un repaso: era una celebración del tiempo y de la memoria.

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“Estoy muy feliz. ¡Ciudad de México, hola! Estoy tan contento de estar de regreso aquí. Todos estamos felices de tocar para ustedes esta noche. Y saben, acabo de recuperar mis canciones. Voy a tocar cada una de ellas. Así que, ¡vamos!”, dijo emocionado y el público respondió coreando su nombre.

Un viaje en el tiempo

Con “Green River” y “Born on the Bayou”, el Auditorio se transformó en una cápsula de tiempo. Fogerty, ahora con 80 años, parecía que el tiempo no pasaba por él. Entre canciones compartió anécdotas de su guitarra Rickenbacker de 1969, la misma que sonó en Woodstock.

Habló de éxitos fulminantes, de la caída de Creedence en 1972, de las pérdidas personales… y de cómo su esposa Julie, después de más de cuatro décadas, le devolvió aquella guitarra como regalo de Navidad.

“Compré esta guitarra a inicios de 1969, la misma con la que toqué en Woodstock y con la que grabé tantos éxitos de Creedence. Hace muchos años se la regalé a un niño y no volví a verla. Pasaron más de cuatro décadas hasta que mi esposa Julie salió a buscarla por todo Estados Unidos. La encontró, me la dio en Navidad y cuando la abrí debajo del árbol… lloré como un niño”, confesó.

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Fue entonces cuando bromeó sobre su edad, imitando un inhalador antes de tocar “Who’ll Stop the Rain”, un tema eterno que entrelaza historia, protesta y melancolía.

Fogerty, el hombre detrás de la leyenda

El setlist fue un desfile de clásicos: “Rock and Roll Girls”, “Lodi”, “Run Through the Jungle”. Y, en cada pausa, respondía con un sencillo “I love you too” a quienes le gritaban desde el público.

Pero más allá de los himnos, la velada tuvo un sello íntimo y familiar. Fogerty presentó a su familia sobre el escenario: sus hijos Shane y Tyler, su esposa Julie desde un costado, su hija Kelsey tocando la guitarra junto a él. Todos participaron en la emotiva interpretación de “Joy of My Life”, con las luces de los celulares encendidas, creando un océano brillante dentro del recinto.

El Auditorio rugió cuando llegaron los clásicos más esperados: “Have You Ever Seen the Rain”, que convirtió al recinto en un coro unísono; “Cotton Fields” y “Down on the Corner”, que pusieron a bailar a todos; y el estallido de “Fortunate Son”, canción emblemática contra la guerra de Vietnam que sigue sonando tan vigente como hace 55 años.

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“Estas canciones viven porque ustedes las han llevado en su corazón”, dijo el músico visiblemente emocionado.

Al grito de “¡Otra, otra!”, Fogerty regresó para el encore. Antes de cerrar, se tomó un momento para reflexionar sobre su larga batalla legal por recuperar su catálogo. No fueron abogados quienes lograron la victoria, contó, sino su esposa Julie.

“No fueron abogados quienes lograron esto, fue mi hermosa esposa Julie. Detrás de cada hombre siempre hay una gran mujer”, dijo. Y entre bromas añadió: “Seguro van a estudiar mi caso en Harvard, en Yale… o en la Universidad de la Ciudad de México. ¿Cómo consiguió John Fogerty recuperar sus canciones? Pues tuve un plan: sobreviví a todos esos hijos de puta”, el público explotó en carcajadas y ovaciones.

El final llegó con un brindis sobre el escenario y la descarga irresistible de “Travelin’ Band” y “Proud Mary”, ese himno que ya no le pertenece solo a Fogerty ni a Creedence, sino al patrimonio universal del rock. John Fogerty se despidió prometiendo regresar más seguido a México.

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pjm

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