"Grand Tour", la película basada en una anécdota sobre un hombre que abandona a su prometida, traza un recorrido por distintas ciudades de Asia mientras cuestiona la percepción del tiempo, la identidad y la mirada occidental, de acuerdo con el director portugués Miguel Gomes.

Uno de los ejes centrales del proyecto, explicó Gomes, fue el contraste entre dos mundos: el estudio cinematográfico y las locaciones reales filmadas en países como Myanmar, Singapur, Tailandia, Vietnam, Filipinas, Japón y, posteriormente, China. “La idea era qué produciría este intercambio continuo entre dos cosas muy diferentes”, dijo, en referencia al juego entre escenas construidas en interiores y secuencias capturadas en exteriores asiáticos.

El rodaje se llevó a cabo siguiendo un itinerario similar al del en el relato de un viaje que realizó de Rangún a Haipong (The Gentleman and The Parlour, 1930).

Gomes relató que cada país representó una experiencia distinta, no sólo por sus características culturales y climáticas, sino también por la relación con los equipos de producción locales.

“Nuestra comunicación y nuestra relación con los productores locales fue completamente diferente en cada lugar, fue un proceso de adaptación constante, enfrentado distintos desafíos que resultaron enriquecedores en la propuesta visual de la película”, señaló.

La película también explora la transformación interna de sus personajes principales, Edward y Molly, quienes cambian a lo largo del viaje. Según el director, estos cambios están directamente relacionados con el entorno que los rodea y la forma en que el cine interviene en la percepción del tiempo.

“Las cosas deben cambiar. Los personajes deben cambiar, pero, sobre todo, el cine debe cambiar. Edward y Molly no son los mismos. Edward empieza en pánico y termina igual de perdido, pero en una voz más melancólica. Molly comienza muy alegre, aparentemente llena de vida y disponible al mundo, pero al final sólo piensa en Edward y se vuelve más oscura”, dijo.

Uno de los elementos más significativos del filme es el uso del estudio como espacio de invención. Gomes relató que una escena clave, en la que las luces del set parecen devolverle la vida a un personaje, surgió apenas dos semanas antes del rodaje. La decisión de integrar esta escena responde, dijo, a su interés constante por el potencial del cine para construir realidades paralelas.

“Mi obsesión es cómo puedo establecer el diálogo entre estas dos cosas muy diferentes en el cine: capturar la realidad y crear otro mundo. Cuando estaban instalando las luces en la pared del estudio y las vi, me dio la idea de tener esta escena y cuando entendí el poder de este estudio, la habilidad de crear otro universo, un universo paralelo, capturar la realidad, capturar nuestras vidas, capturar a la gente que vive hoy, y al mismo tiempo, esta habilidad de crear otro mundo”, contó.

El director también abordó el tratamiento visual del continente asiático desde una mirada externa. Mencionó que algunas conversaciones en idiomas locales no fueron subtituladas, con el objetivo de colocar al espectador occidental en una posición similar a la de los protagonistas: desorientada, observadora, sin certezas.

rad

Google News

Noticias según tus intereses