Las palabras que Miguel Ángel Rojas escribió en su biografía de Instagram se convirtieron, irónicamente, en una despedida.

El joven fotógrafo de 26 años murió este sábado junto a su colega Citlali Berenice Giles Rivera, de 28, luego de que una estructura metálica colapsara durante el , en el de la Ciudad de México.

Ambos estaban ahí para documentar el evento. Ambos murieron haciendo su trabajo.

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Pasaron más de ocho horas antes de que los organizadores emitieran un comunicado.

Ocho horas de música, luces y escenarios activos. Mientras algunos bailaban con Charli XCX o cantaban con Natanael Cano, otros ya estaban de luto.

Más allá del accidente, de las ráfagas de viento y de una estructura frágil, sale a flote un sistema que lleva años sosteniéndose con alfileres. Así lo dice Óscar Adame, periodista con una década cubriendo festivales en México y el extranjero, siendo testigo del crecimiento de esta escena, pero también de sus grietas.

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“Yo estuve ahí cuando se cayó el escenario de Björk en Ceremonia 2017. Fue surreal. No había casi nadie en el Foro Pegaso, sólo nosotros armando un stand de revistas. Escuchamos un ruido ensordecedor y vimos cómo colapsaba todo”, recuerda.

“Esa vez no hubo muertos, pero sí una danza azteca que cerró simbólicamente el festival, como si fuera un funeral”.

Lo ocurrido en Ceremonia 2025 no es un caso aislado, recuerda Adame. Forma parte de una lista creciente de tragedias que han sacudido a la industria global de conciertos y festivales, dejando al descubierto fallas en la organización y la seguridad.

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Detrás del glamour, precariedad

El 30 de noviembre de 2019, en el Knotfest Meets Force Fest, también en CDMX, la banda Evanescence nunca subió al escenario.

Las vallas de seguridad se habían roto horas antes, pero el evento continuó. Sin información clara, el público incendió la batería de la banda. Hubo disturbios, empujones, crisis nerviosas y una sensación general de abandono.

Otro de los casos más recordados ocurrió ese mismo año en el Carnaval de Bahidorá, en el Parque Natural Las Estacas. Un joven de entre 25 y 28 años murió ahogado en el río.

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Algunos medios señalaron drogas y un golpe en la cabeza, pero la familia negó esa versión. Testigos aseguraron que el cuerpo fue retirado del agua sin que el festival se detuviera.

La falta de protocolos, cubierta por el glamour, volvió a ser el centro del debate. Para Adame, el problema no sólo afecta a los asistentes, sino también a quienes trabajan detrás del espectáculo: técnicos, fotógrafos, periodistas.

“Todo el mundo quiere trabajar en esta industria. Hay miles dispuestos a hacerlo sin pedir nada”, comenta.

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Esa precariedad ha sido normalizada desde el deseo mismo: querer formar parte del espectáculo, a cualquier costo.

“Yo no veo al medio donde colaboraban los chicos que fallecieron como un victimario. Lo veo como otro símbolo de esta ignorancia estructural, de estas malas prácticas sistémicas”.

La conversación inevitablemente llega a los promotores del festival. Para Adame, la responsabilidad es total:

“No tuvieron ni la sensibilidad de asegurar las plataformas. Están tan endiosados que olvidan lo esencial: cuidar la vida de quienes están ahí”.

Ahora, mientras la segunda jornada del Festival Axe Ceremonia era cancelada por las autoridades locales , los familiares de los fotógrafos esperaban la entrega de los cuerpos.

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