es una de esas presencias que han ayudado a que la televisión y el teatro mexicanos amplíen sus propios márgenes.

No proviene del molde clásico que durante años marcó a las protagonistas del entretenimiento nacional; posee, más bien, una energía distinta, juguetona y profundamente teatral, que ha permitido a la industria contar nuevas historias y reírse, además, desde los lugares menos previsibles.

Así han surgido personajes como , una niña tan atípica como entrañable, o Sor Brígida, La monja irreverente del Tenorio Cómico: ambas figuras que rompen la ruta tradicional del glamour o la corrección femenina, y que conectan incluso más con públicos de todas las edades.

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Hoy celebra 45 años de trayectoria, un camino en el que, reconoce, alguna vez escuchó un “no das el tipo”, pero convirtió esas palabras en impulso.

Los actores compartieron créditos en las series "La güereja y algo más" y "Güereja de mi vida". Foto: EL UNIVERSAL, archivo
Los actores compartieron créditos en las series "La güereja y algo más" y "Güereja de mi vida". Foto: EL UNIVERSAL, archivo
  • ¿Desde hace cuánto participa en el Tenorio Cómico?

Tenía 21 años, Frank Moro era Don Juan y después Paco Stanley. Esta obra me ha dado la oportunidad de trabajar con tanta gente: César Bono, Cepillín, Julio Vega, El Loco Valdés. He hecho muchas versiones y eso me hace sentir muy afortunada. Siempre he sido Brígida, y en la TV es Sor Cita o Madre Cita, porque soy una madrecita (ríe).

  • ¿Siempre quiso ser actriz?

En el kinder participaba en todos los bailables, en la secundaria estuve en el club de danza, en el de música y teatro, entonces, sí. Estudié actuación en la escuela de Andrés Soler y siempre tuve el apoyo de mi familia.

  • ¿Cómo han sido estos 45 años de carrera?

Bien padres, gracias a Dios. En este negocio a veces hay trabajo y a veces no, eso es una realidad; en una época en que no había, me dijo mi papá: ‘mijita vete a dar una vuelta afuera de la ANDA (Asociación Nacional de Actores) a ver a quién ves, porque santo que no es visto no es adorado’. Tal cual, llegué a darme la vueltita y salió trabajo, también he tenido la suerte de que mis compañeros me recomiendan.

María Elena Saldaña vuelve al teatro con puesta en escena en la que trabajó décadas atrás. 
Foto: EL UNIVERSAL, archivo
María Elena Saldaña vuelve al teatro con puesta en escena en la que trabajó décadas atrás. Foto: EL UNIVERSAL, archivo
  • ¿Cómo nació La Güereja?

Mariquita Pérez Castro (nombre completo del personaje) era un chiste que contaba una de mis hermanas y yo me lo apropié. Fue en una contratación de Tenorios, ahora siendo el productor Paco Stanley, a él le dio por invitar a todos los comediantes que iba a tener en el Tenorio a hacer una semana en su programa. Benito Castro me invitó. Yo le contesté: “Mire, Benito, yo no tengo sketches, no lo sé hacer. Pero ahí hice un chistecillo de una niña y lo hice con Jorge Ortiz de Pinedo”. Él iba a ser el papá y fue un trancazo.

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  • ¿Cómo es ser un referente en la comedia en México?

Han sido muchos años de trabajo, de ir estableciendo quién soy, qué hago, cómo lo hago. Después de muchas pendientes que ha habido en el camino, decir, “tengo que mantenerme vigente y seguir echándole ganas”, pero ya en un lugar confortable, es muy bonito.

  • ¿Fue fácil alternar su carrera con la maternidad (tiene dos hijos Felipe y Belén)?

Sí, de plano llegó el momento en que dije, ‘bueno, ahorita vengo’, porque sentía yo un cargo de conciencia tremendo de que no estaba con ellos y me fui siete años.

María Elena Saldaña y su hijo Felipe el día de su graduación.
Foto: Instagram
María Elena Saldaña y su hijo Felipe el día de su graduación. Foto: Instagram
  • ¿Ha aplicado el principio de, “la función debe continuar”?

Sí lo hice, pero no me gusta, porque se me hace inhumano, pero lo apliqué por años; ahora hay suplencias, pero antes eso no se valía.

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  • Es un referente por un personaje maravilloso: la cebolla de la obra Qué plantón...

Ay, sí, es un personaje lindísimo que quiero mucho. Yo soñaba con hacer comedia musical y hacía filas para audicionar, pero al llegar me decían: “No das el tipo; deja tus fotos”. Yo pensaba: “¿si no doy el tipo, para qué las dejo?”.

Un día, cuando iban a montar Qué plantón, me encontré a Angelita Castany, la felicité por una obra y me dijo que fuera a audicionar porque les faltaba alguien. Fui porque ella me lo dijo… y me quedé. Hice a La Cebolla y ese año gané el premio de Mejor actriz de comedia musical. Fue muy emocionante.

  • ¿Cómo se definiría hoy?

Como una señora bien chiflada. Con Spamalot me dije: “tienes como 30, mi reina”. Fue un reto enorme porque vine a suplir a Susana Zabaleta; no iba a cantar como mi Susi, porque ella es soprano y yo mezzosoprano, pero bendito Dios salió muy bien. Estoy contenta, aunque cansada, ha sido una mega joda de año, pero estoy agarrando un segundo aire bien sabroso.

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