Hablar de es algo normal hoy, pero a principios del siglo XX era impensable, y las mujeres que se atrevían a transgredir las reglas impuestas por la sociedad eran señaladas y se convertían en una deshonra para su familia.

Esta situación fue retratada a la perfección por la escritora , historia que retoma HBO+, a 35 años de su publicación, para llevarla a las nuevas generaciones en formato de serie que se estrena este domingo.

La historia gira en torno a Tita (Azul Guaita), la menor de tres hermanas que, como lo marca la tradición debe quedarse soltera para cuidar a Elena, su estricta madre (Irene Azuela), hasta el día de su muerte, por lo que deberá conformarse con ver a Pedro (Andrés Baida), el amor de su vida, contraer matrimonio con su hermana Rosaura (Ana Valeria Becerril).

“Escucho las conversaciones de mis compañeras de 20 años y son muy distintas a las que yo tenía a esa edad, y sin duda lo que se pensaba que debía suceder en la vida de una mujer es muy distinto a lo que se pensaba hace 100 años; lo interesante aquí es ver cómo estas ideas se van perpetuando de generación en generación hasta que hay un quiebre y eso en la novela es muy claro”, explicó Irene Azuela.

La actriz señaló además que dar vida a una mujer como Elena, la matriarca de la familia, fue complejo porque el personaje da entrada a la típica interpretación de la mala per se, pero ella quiso ir más allá.

“Quisimos encontrar cuáles fueron los motivos de mamá Elena para comportarse como se comporta, es decir, no quedarnos únicamente con el arquetipo de la maldad y la crueldad, sino encontrar una justificación para entonces poder acercarnos al personaje de una manera un poco más empática”, dijo Azuela, luciendo imponente al caminar por el casco de la hacienda San Nicolás El Grande, en Tlaxcala, locación de la serie, portando un atuendo en riguroso negro, con un chongo deteniendo su pelo, lo que endurece la expresión de su cara.

La razón por la cual Elena es tan estricta e inflexible con sus hijas, según Azuela es el amor, por incomprensible que pueda parecer.

“Ella es una mujer que sintió un fuego enorme en su juventud, un amor que la incendió por dentro, pero después se apagó, lo que tiene dentro son cenizas, y a partir de ellas se relaciona con el mundo, sobre todo con sus hijas; ella de alguna manera quiere evitar que sus hijas se incendien”, señaló.

Pero Rosaura, Gertrudis (Andrea Chaparro) y Tita no podían ser mujeres más diferentes entre sí, la primera siguiendo las indicaciones de su madre al pie de la letra, la segunda de espíritu libre y rebelde, y la última, la oveja negra que rompe la tradición y buenas costumbres.

“Tita decide no ser lo que se espera de ella, rompe patrones se porque una regla, auque sea de familia no quiere decir que tenga razón, o no porque siempre haya sido así es lo correcto”, dijo Azul Guaita.

Andrea Chaparro consideró que todos en algún punto tienen a alguien que vivió las situaciones de estas mujeres, porque es algo que se repite a lo largo de las generaciones, pero en Como agua para chocolate se abordan rodeadas de un misticismo que embellece todo.

“Si volteas hacia atrás y ves cómo lo vivió tu mamá o tu abuela, comienzas a entender de dónde viene. Esto es honrar esa memoria. Es la historia de muchas mujeres, donde lo que tenías que hacer es casarte, dar hijos a la familia, y ser buena esposa, era un dolor muy reprimido el que experimentaban todas ellas”, afirmó Ana Valeria.

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