En 2002, se estrenó el , el cual narra los acontecimientos que rodearon el asesinato de siete ciudadanos guatemaltecos, que murieron quemados vivos por el húngaro Aro Tolbukhin, el cual fue interpretado por , actuación que lo haría merecedor del premio Ariel, en la categoría de Mejor Actor.

La idea de realizar un documental, nutrido de las entrevistas a Aro, a pocos días de ser ejecutado, y de otras personalidades relacionadas con los hechos surgió desde España, por los cineastas Isaac Pierre Racine, Agustí Villaronga y Lydia Zimmermann, sin embargo, el gran presupuesto que se necesitaba para concretar la idea que tenía en mente los llevó a recurrir a creadores mexicanos, entre ellos Gustavo Montiel, que fungieron como coproductores.

"Necesitábamos México para coproducir", reconoció Villaronga en una entrevista de la época.

Trataban de mezclar, de la forma más homogénea posible, las imágenes donde Tolbukhin reconocía el crimen que cometió con las que ellos rodarían, recreando lo que creían había sucedido a través de la ficción.

"Se trataba de reconstruir la verdadera historia y que esta fuese llevando a una reinterpretación y, finalmente, a una ficción, en lo que ya una frontera entre lo real y lo ficticio se diluyera", dijo Montiel en ese tiempo.

Para dar vida a Aro, Agustí pensó inmediatamente en Giménez Cacho, a quien había visto en la cinta "Profundo carmesí"; fue su mirada la que creyó perfecta para captar la personalidad del húngaro, que llegó a Guatemala poco antes de la década de los ochentas, después trabajar como marino mercante por 16 años.

"Pensamos en Daniel enseguida, lo habíamos visto en ´Profundo Carmesí´, nos interesaba trabajar con él, me fijé muchísimo en la mirada de él, tenía una mirada muy potente y eso me gustó mucho, está nacido para el personaje", dijo Agustí.

Tolbukhin trabajaba asistiendo a las monjas que fungían como enfermeras, con el trato diario y luego de que lo salvara de morir con sus cuidado, el húngaro se enamoró de una de ellas; la hermana Carmen.

La hermana Carmen dio su testimonio en el documental, en el cual reconoció haber experimentado sentimientos importantes por el húngaro, pues los unía el hecho de que ambos eran europeos (ella era de Alemania), sin embargo, nunca habló de un enamoramiento.

"Con Carmen fue un poquito delicado porque nosotros llegábamos y nos metíamos directo en su intimidad, a tocar un tema que era bastante personal en su cronología y fue muy bonito porque ella se mostró muy abierta", compartió Zimmermann.

Cuando la hermana fue trasladada a otra misión, Tolbukhin y sus impulsos homicidas crecieron, pues tenía la idea de que un demonio se apoderaba de él, cada cierto tiempo, momentos en que llevaba a cabo comportamientos atroces.

Uno de ellos fue quemar viva una mujer guatemalteca que estaba embarazada, pero no fue sino hasta que quemó a siete personas vivas cuando fue detenido y trasladado a una prisión en la región y ejecutado al poco tiempo.

El documental aborda también la época de juventud de Aro, cuando vivía en casi la orfandad en su natal Hungría, junto a su hermana gemela, la cual murió tras sufrir severas quemadura en su fiesta de 15 años.

"Tiene todo mundo interior muy fuerte, de fantasmas del pasado, del recuerdo y son estas imágenes las que de repente se le vienen y lo perturban", dijo en 2002 el actor mexicano.

De acuerdo con los cineastas, Tolbukhin había creado una realidad muy distinta a la que vivió, pues pese a que confesó frente a las autoridades que, a lo largo de su haber, había asesinado presuntamente a 17 mujeres, todas embarazadas, la policía creía que él lo había inventando y sólo había matado a las siete personas quemadas.

"No podía abordarlo con frivolidad, (Aro) tenía una verdad, el trabajo nuestro ha sido explorar la vida de esa persona, no quedarse en ese calificativo exterior de monstruo, bestia, persona desvinculada de todo", precisó Villaronga.

Lo más impresionante es que, hasta la fecha, a 22 años de que se rodara el documental, la información acerca de Tolbukhin es nula y, en buscadores, el único rastro es precisamente este documental.

"Era empezar de cero, los rastros de Aro eran mínimos, tanto en Hungría como Guatemala, era como hacer un trabajo de investigación altísimo", dijo Agustí.

Cabe destacar que la directora Tatiana Huezo fue la coordinadora de producción y la comunicadora mexicana Lynn Fainchtein (1963 - 2024) dio vida a la reportera que entrevista a Giménez Cacho, dando vida a Aro.

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melc


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