sabe que uno de sus principales defectos ha sido no saber cuándo quedarse callada.

“Tal vez siempre he sido impulsiva o reactiva, no sé si he perdido trabajos por eso, pero sí sé de producciones que quizá no me vuelvan a contratar porque en su momento levanté la voz, siendo tal vez la primera del casting”, dice la actriz, que guarda el título de los proyectos.

“Pero creo también que me he hecho incluso de cierta reputación entre mis colegas, en donde me he generado no sé si un respeto, pero sí me he dado cuenta que ya hay muchas personas que no se atreven a decirme ciertas cosas”, comenta.

Con eso en mente, no tiene problemas para hablar de política, pues para muchos es una papa caliente y optan por el silencio o darse la “vuelta” cuando se les pregunta.

Finalmente, desde hoy, Esmeralda y la política estarán juntas en cine, al estrenarse Casi el paraíso, adaptación de la novela homónima de Luis Spota, en la que interpreta a Frida, una mujer que desea derrocar al poder desde dentro.

El texto original, de 1956, adaptado a la actualidad, cuenta la historia de Ugo Conti (Andrea Arcageli), italiano hijo de una trabajadora sexual que se cuela en las altas esferas del poder mexicano y se hace pasar por conde. Para la actriz, lo que se lee en el libro sobre política no ha cambiado nada en 70 años.

“Lo más interesante es la incursión de las mujeres en la política, hoy ya tendremos la primera presidenta (Claudia Sheinbaum), pero la cosa es que México sí es de los países con más leyes que protegen a la mujer, sin embargo, es uno de los más violentos para serlo y ser niños.

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“Entonces esas contradicciones, o más bien heridas, son las que nos han llevado a las mujeres a arrebatar el poder, eso es algo que siempre digo, hemos tenido históricamente que arrebatar el poder y las oportunidades, porque el poder no se cede, se arrebata, se toma”, comenta.

¿Su idea sobre la primera presidenta de México?

“Creo en las personas, en la sociedad, no en los políticos”, dice, luego de silencio unos segundos.

“La única manera de exigir que haya un cambio es exigirse el cambio uno mismo. No creo en la política, nunca. Sí ejerzo mi derecho como ciudadano de salir a votar e intento involucrarme en ciertas discusiones, pero creo es en la familia y mi círculo cercano donde se puede ir generando un cambio”, añade.

Este mismo año, ella y su familia vivieron un caso de inseguridad, luego de desaparecer su primo. Fue en la propia fiscalía donde, dice, indicaron que lo mejor que podía hacer era subir a redes su búsqueda.

“Que sólo así la policía comenzaría a buscar”, subraya.

¿Qué sensación, entonces, le deja el gobierno saliente?

“Me quedo con desilusión”, responde Esmeralda

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