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Con sus ojos color amarillo Diana Salazar era capaz de mover objetos, provocar incendios o lanzar a gente por los aires. Era 1988 y se trató del ingenio de un joven Guillermo del Toro que, con unos lentes de contacto supo dotar de poderes sobrenaturales al personaje interpretado por Lucía Méndez.
Esto que impactó a los televidentes hace 36 años, hoy tenía que ser superado por la producción encabezada por los directores Luis Manzo, Carlos Santos y Pável Vázquez, que tomaron el desafío en la nueva versión de la telenovela El extraño retorno de Diana Salazar, recién estrenada en la plataforma ViX.
“Si bien Diana Salazar tiene habilidades psíquicas, no queríamos que fuera la causa principal para atraer al público, pero entendimos que podían nutrir la serie. En las escenas de los ojos amarillos se requirió tanto los pupilentes físicos como la colaboración de VFX (efectos digitales)”, dijo Pável Vázquez.
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El director comentó que se mandaron traer del extranjero seis pares de pupilentes de diferentes tonalidades de amarillo y se hicieron las pruebas de cámara para ver cuáles eran los que mejor quedaban, pero el resto de la magia quedó en manos del fotógrafo Luis García.
El fotógrafo explicó que para realizar este efecto, terminaron usando lentes macro (para la cámara, que ofrece una ampliación máxima) para filmar los ojos de Angelique Boyer, la actual protagonista, y en posproducción se hizo el efecto del color dorado, con el fin de que se vieran naturales.
“Los ojos de Angelique son claros, entonces cuando le pedíamos que cerrara los ojos y luego que los abriera, veíamos cómo su iris se abría y se cerraba, se logró un efecto bonito”, compartió García.
La historia de Diana Salazar se desarrolla en dos épocas, en el siglo XVII y en la actualidad.
Los directores querían que todo se viera natural, sobre todo la parte que se cuenta en el pasado, así que el fotógrafo tuvo que trabajar muy de la mano del departamento de maquillaje, vestuario, escenografía e iluminación, porque no querían tener un efecto dramático.
“No había electricidad en el siglo XVII, ese fue un reto; todas las escenas en interior y de noche teníamos que iluminarlas con velas, además de apoyarlas con iluminación y filtros, queríamos que el pasado y el presente se diferenciaran pero que no parecieran dos proyectos distintos”.
Grabar la escena de la tortura de Leonor, el antepasado de Diana Salzar, fue para García lo más complejo, porque primero debían encontrar una locación que se viera antigua pero no en ruinas, y que diera la sensación de opulencia, así dieron con la exhacienda de Santa Mónica, en el Estado de México.
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El problema fue que el lugar está protegido por el INBA y no se podía prender fuego.
“El departamento de arte encontró unas velas artificiales que a cámara sí daban la sensación de ser reales, las usamos en los fondos”.
También se construyó el potro de tortura, donde Angelique tuvo que aguantar la incomodidad de un instrumento como éste, pero decidió usarlo tal cual lo armaron, sin quejarse y hasta que quedara la escena; una buena actitud que Luis García reconoce en la actriz.
Para las escenas de la época actual, echaron mano del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles, inaugurado en 2022; es la primera producción autorizada para grabar.
“Ahí se realizó la llegada del personaje de Rulli, estaba puesto el tobogán para abordar y descender, pero no había avión; este fue generado en posproducción y el interior se hizo en un set”, dijo García.