“El amor verdadero de la princesa no era el príncipe Febo ni ningún otro hombre: era la costurera”, relata a un público infantil Helena Black, una drag queen que lucha contra la en distintos centros culturales de Brasil.

Con maquillaje recargado y una voluminosa peluca fucsia, Helena va de un lado a otro contando la trama de amor LGTB+, en una sede social de Sao José dos Campos, cercana a la ciudad de Sao Paulo.

Como en todo cuento de princesas, el desenlace es feliz, pero atípico: “Personas de todos los reinos vecinos asistieron al casamiento; algunos por amistad, otros por la curiosidad de ver la unión entre dos mujeres”, dice Helena, que interpreta con voces y muñecos el cuento de la autora brasileña Janaína Leslao. La presentación cierra con aplausos.

“Los niños no nacen con prejuicios, no son ni homofóbicos, ni racistas; son los adultos quienes se los inculcan”, declara Paulo Reis, profesor de Artes y actor, de 40 años, que personifica a esta drag queen con aire payasesco.

Reis, que se identifica como homosexual, negro y de la periferia, lucha con su personaje contra la homofobia en Brasil.

Pese a que la homofobia y transfobia son considerados crímenes desde 2019, el país lidera el número de muertes violentas de personas trans, con un centenar entre octubre de 2022 y septiembre de 2023, 31% del total, en 35 países relevados por la ONG Transgender Europe.

Además, avanza en el Congreso una iniciativa para prohibir el casamiento entre personas del mismo sexo, validado por la Corte Suprema en 2011.

Desde 2017, Reis ha contado cuentos con temáticas de la comunidad LGBT+ a niños y adultos en centros culturales y bibliotecas de Sao Paulo y otros estados.

La alcaldía de Sao Paulo, la mayor metrópoli latinoamericana, auspició sus presentaciones en la iniciativa denominada “Mamá, ¡hay una Drag Queen contando historias!”

Para este brasileño pobre, el arte es su principal medio de vida.

“Se cree que un hombre vestido de mujer sólo puede ser algo trivial, pero una drag queen también puede educar y ocupar espacios más allá de las casas de shows y trabajos sexualizados”, afirma.

Su presencia en espacios culturales “es un acto político, de resistencia” frente a los prejuicios de género y sexualidad, señala.

Vanesa Marques, artesana de 44 años, asistió junto a su hija María Beatriz, de ocho, a un “show” de Helena Black en el municipio de Guarulhos, estado de Sao Paulo.

“Tenía curiosidad, pero como católica, estaba algo preocupada”, admite Marques.

“Rompí los preconceptos y este primer acercamiento de mi hija al tema LGBT+ fue con el mensaje: tenemos que amarnos, independientemente de nuestras elecciones, razas o religiones”, subraya.

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