MORELIA. Charlie Kaufman puede ser uno de los escritores más reconocidos en el mundo del cine, pero si algo sabe es que los actores pueden mejorar los guiones que ha hecho como Jim Carrey en “Eterno resplandor de una mente sin recuerdos” y Philip Seymour Hoffman en “Synecdoche”.

El autor de 66 años lo dice sin problemas, a su paso fugaz por el Festival Internacional de Cine de Morelia, donde fue uno de los invitados especiales.

“Estoy completamente abierto a eso”, dice rápidamente.

“De hecho con Phil sucedió varias veces en Synecdoche. Jim Carrey añadió una o dos líneas en Eterno resplandor. Los actores son, evidentemente, muy valiosos en el proceso, son colaboradores y los considero mis socios creativos”, añade

Kaufman, también autor de “¿Quieres ser John Malcovich?” y “Ladrón de orquídeas”, es un guionista estadounidense que puede tomar una actitud divertida cuando quiere, pero que también transpira cierta incomodidad ante las grandes audiencias.

Su fama le precede, pero eso no le quita que haya alguien a quien le caiga mal por lo “cortante” que puede ser en sus respuestas, lo cual es también percibido por otros como una persona “pesada”.

Ayer, durante una visita al certamen michoacano, quedó patente que hay quien lo ama y lo “odia” en cuestión de segundos. Llegó para presentar su cortometraje “How to shoot a ghost”, exhibido en el pasado certamen de Venecia, en el que una mujer y un hombre recién fallecidos se encuentran en las calles de Grecia.

Entrega de butaca honoraria al guionista Charlie Kaufman. Foto: Berenice Fregoso/EL UNIVERSAL.
Entrega de butaca honoraria al guionista Charlie Kaufman. Foto: Berenice Fregoso/EL UNIVERSAL.

“Porque somos conscientes de la muerte, inventamos la esperanza”, reflexionó luego de la proyección en un conversatorio inicial con la crítica Fernanda Solórzano, quien luego moderó una sesión de preguntas y respuestas.

“Le dije al director de fotografía que, para entrar en ambiente, pensara en esto: cuando salgas a caminar por la ciudad y pienses qué quieres mostrar, piensa en lo que vas a extrañar”, abundó.

Arribó con su clásico cabello alborotado y una pequeña sonrisa que se elevó cuando develó una butaca con su nombre y que permanecerá en una de las salas del complejo exhibidor, sede principal del festival.

Primero fue un poco introvertido para las fotos, que enmascaró al acomodarse de tal forma que los trabajadores de la lente lograban captar su rostro y nombre en el respaldo de la butaca.

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“Sabíamos que alguien lo haría así, por fin”, se escuchó una voz entre los que, en días pasados, sólo habían logrado captar a otras figuras sentadas sobre la butaca y tapando el detalle de la misma.

Y entonces Kaufman se levantó, avanzó unos dos metros sobre su derecha y después simuló que se encontraba entre filas de asientos, pidiendo disculpas al momento de pasar frente a la gente y se volvió a sentar en su “reconocimiento”.

“Sorry, sorry”, exclamó mientras hacía la pantomima, celebrada por los presentes.

La charla se centró en el cortometraje que algún día verá el público mexicano, más allá de las más de 200 personas que lo hicieron este lunes. Es una historia que cuenta con guion de Eva H.D. también presente en el evento, en el cual Kaufman, entre líneas, tiró algunas verdades de su forma de ver el cine.

“No me importa si arruino mis propias cosas, pero en este caso quería entender exactamente lo que ella pretendía”, dijo quitándose la posible imagen de alguien dictatorial.

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“Cuando estoy en el proceso de edición, (en general), usamos música temporal para intentar encontrar el ritmo de la escena; no es música que podamos usar o que necesariamente queramos usar, pero sirve como una especie de referencia. El truco, creo, es encontrar algo que no sea eso, pero que cumpla la misma función”, apuntó en otro momento, como una lección gratuita de hacer películas.

“No sé qué decir, podría decir ‘sí, me siento honrado’, pero me parece una respuesta pobre. Sólo intenté hacer lo que intento hacer y supongo que está bien que la gente reaccione a ello”, comentó poco después acerca de las sensaciones que provocó el trabajo.

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