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Carlos Carrera aprendió a hacer animación consultando los libros que había de la época. Era apenas un niño y utilizaba cuadernos para crear historietas, dibujar personajes y movía muñecos a fin de cristalizar las historias que rondaban en su cabeza.
“Era lo que había”, dice.
Cuando creció, estudió primero comunicación y luego se pasó al Centro de Capacitación Cinematográfica, donde tampoco había animación, pero sí había un stand donde podía filmar, y él contaba con una cámara de 16 milímetros que había logrado comprar gracias a unas chambas que había tenido.
“Sí tomaba mis clases de dirección, pero por mi cuenta seguía haciendo mis cortos de animación, porque mi motor siempre fue trabajar en ello”, dice Carrera.

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A mediados de los 90 realizó El héroe, un corto animado sobre un hombre que intenta suicidarse en el metro del entonces Distrito Federal. Se inscribió en Cannes y, para sorpresa de él mismo, ganó la codiciada Palma de Oro en su categoría.
Pero cuando pensaba que podría ser un impulso, las condiciones se fueron dando para la acción viva. Vinieron Sin remitente, Un embrujo y la multigalardonada El crimen del padre Amaro. Pasaron más de dos décadas (2017) para que lograra concretar su cinta de animación Ana y Bruno, una historia sobre una niña que busca desesperadamente a su padre para salvar a su mamá.
“Costó, pero por fin se pudo”, dice Carrera sobre esta cinta que ganó el premio Quirino a mejor producción iberoamericana, el Ariel y el galardón Canacine.

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Hoy, a las 17:00 horas, la cinta tendrá una función en la explanada del Zócalo capitalino, como parte de un programa previo al Día de Muertos, que también contempla Cronos, de Del Toro, y los cortos en stop motion Cerulia y Lluvia en los ojos.
“En México se producen unas dos películas de animación al año, pero por ahí debe de haber otras. Lo que creo, para hacerlas más visibles y entretenidas, hace falta desarrollar más la industria”, dice.
A Carrera se le asocia continuamente con películas de contenido deprimente y oscuro, y eso le da un poco de risa.
Sabe que sobre él se encuentra la imagen de El crimen del padre Amaro, filme que por más de una década fue la producción más vista de la historia reciente, con cerca de seis millones de asistentes, y por supuesto la de El héroe.
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“En algún momento me dijeron que era el anticlerical; hasta con Ana y Bruno me dijeron eso, pero ya déjenlo (risas), no soy tan así, ya dirigí Ana (con De la Reguera)”, dice.
En 2002, Carlos, Gael García Bernal y Ana Claudia Talancón fueron vapuleados por Jorge Serrano Limón, líder del grupo conservador Provida, que buscó por todos lados que la gente no viera El crimen... o que se quitara de salas.
¿El resultado? La gente lo agredía en la calle, algo raro para ser un director. Y se quedó sin trabajo.
“Hacía publicidad y muchos de los clientes ya no nos dieron trabajo. Fue época de vacas flacas”.

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¿Producir historias lejos del molde es complicado hoy?
Es muy complicado si no cazan con los temas de interés actuales, y es en el cine independiente donde están los temas sociales importantes, los que marcan lo terrible de la realidad mexicana. El comercial son fórmulas súper repetidas.
¿Qué papel han jugado las plataformas en eso?
Han dado visibilidad a películas, incluso independientes, pero con los años se han transformado en una especie de estudio de proyectos generados, controlados y casteados por ellos. Entonces, ahora hay como un cine de género de plataforma.
En el tema apoyos de gobierno, ¿han cambiado las cosas?
Lo mejor es no depender del gobierno, lo cual es muy difícil, porque tampoco la iniciativa privada explora formas distintas de contar historias. Sin el apoyo sólo existiría cine comercial. Ha seguido el apoyo del gobierno, a pesar de los cambios, siempre reducido, cambiando de lo que se debe apoyar y no.
¿Confías en una ley de cine?
No. Entre sus prioridades, el cine está en el número 30 mil 327. No está en su mira, a pesar de que haya políticos que de repente tengan más idea de la cultura. No entienden la importancia de una identidad audiovisual, de cómo es que nos vemos en imagen.

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