El Palacio de los Deportes se prepara para convertirse, durante tres noches consecutivas, en la catedral profana donde celebrará su regreso a México.

La banda sueca, liderada por Tobias Forge, vuelve a la capital con el Skeletour World Tour, su primera gira internacional tras el cierre de la etapa Re-Imperatour 2023.

Las expectativas son altas. Cada presentación confirma lo que los seguidores saben desde hace años: Ghost no solo da conciertos, ofrece auténticas misas negras teatrales donde el metal convive con lo sinfónico, el pop y lo grotesco.

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El fervor previo

En los alrededores del recinto, horas antes de que se abran las puertas, la fila se llena de capas negras, rostros pintados y cruces invertidas. No son simples fans: parecen actores que esperan subir al escenario.

Miguel, maquillado como si hubiera salido de un videoclip de la banda, cuenta orgulloso que su caracterización le llevó más de cinco horas.

“Me gasté menos de mil pesos, porque hacerlo yo es más barato que comprar un traje. Todo es de tela y la estructura la armé con alambre”, dice, mientras acomoda con cuidado su tocado.

Sigue a Ghost desde secundaria. Lo que lo atrapó, asegura, no fueron solo los riffs pesados, sino la mezcla con violines, chelos y voces operáticas:

“Es como estar en un templo. No es un concierto, es un teatro”, dijo a EL UNIVERSAL.

A unos metros, José y Elena, una pareja, comparten su historia. Llevan apenas siete meses juntos, pero el cosplay y la pasión por Ghost los hizo coincidir.

“Yo soy fan desde 2018, él se hizo por mí”, confiesa ella, riendo. Para José, que vive su primera experiencia en un show de la banda, lo fascinante es que Ghost ya trascendió el metal.

Ambos tienen clara su devoción: su canción favorita es “Elizabeth”, inspirada en la condesa Bathory, una figura oscura de la historia europea.

“Me hice conocida porque lloré cuando no la tocaron en Rite Here Rite Now”, admite Elena, todavía con una mezcla de risa y nostalgia.

Ghost carga con la etiqueta de “satánicos” desde su irrupción en la década de 2010. Pero quienes los siguen de cerca saben que la propuesta va más allá. Cada nueva encarnación de Papa Emeritus, cada gesto sobre el escenario, cada coro que parece sacado de una misa, forman parte de un montaje teatral que combina la fe con la irreverencia.

Los fans lo saben: no son simples espectadores, son parte de una obra que se reinventa en cada gira. Y por eso, la cita en el Palacio de los Deportes promete convertirse en un ritual colectivo donde lo gótico, lo sinfónico y lo rockero convivirán en un mismo altar.

La primera noche está por comenzar, y la Ciudad de México ya se prepara para recibir a los fantasmas.

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