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“Sí, me gustaban las drogas, me encantaban… me mandaban cartas de amor, me acosaban, tocaban a mi maldita ventana todas las noches”. Con esas palabras, Marilyn Manson detuvo por un momento el estruendo del metal para contar su relación con las adicciones frente a miles de asistentes en el Knotfest México 2025.
“Un día me fui con ellas al desierto, cavé un hoyo con la forma de mi corazón, las enterré y regresé vivo. Mi nombre es Marilyn Manson y soy un maldito adicto”, gritó ante el público.
Muchos de sus fans aplaudieron y trataron de mandarle fuerzas; minutos después, el cantante retomó el control del escenario con “The Beautiful People” y “Coma White”, como si nada hubiera pasado.
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El momento más esperado del festival giró alrededor de Manson. El setlist fue un golpe directo a la memoria: “Disposable Teens”, “mOBSCENE”, “The Dope Show”, “Sweet Dreams”, “Tourniquet” y “The Beautiful People” hicieron vibrar (literamente) al Estadio Fray Nano.
Su imagen también fue un espectáculo por sí misma: primero de negro absoluto, luego con un suéter rosa de textura afelpada y al final apareció con zancos, cuando parecía que el show ya había terminado. La escenografía incluyó una cruz invertida, luces intensas y una estructura sólida. Faltó fuego, pero no intención.
Conforme avanzó la noche, el desgaste también se notó. En la parte trasera de General A, muchos dejaron de cantar y otros ni siquiera levantaban los brazos cuando el intérprete lo pedía. La intensidad del cartel ya no alcanzó para todos.
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Por su parte Falling in Reverse ofreció uno de los shows más estables de la jornada con “Zombified”, “The Drug in Me Is You”, “Popular Monster”, “Voices in My Head”, “All My Life” y “Watch the World Burn”.
El momento más celebrado llegó cuando Marilyn Manson apareció con ellos para interpretar “God Is a Weapon”, rompiendo cualquier frontera entre actos. Más adelante, Alex Terrible, vocalista de Slaughter to Prevail, se sumó en “Ronald”, provocando uno de los cruces más intensos del Knotfest.
Slaughter to Prevail: el wall of death que casi no ocurre
Los rusos de Slaughter to Prevail desataron la brutalidad con “Banditos”, “Baba Yaga”, “Bratva”, “Viking”, “Russian Grizzly in America” y “Kid of Darkness”. Terrible intentó una y otra vez activar un wall of death masivo desde el escenario.
“Esto se ve mal… pero quiero ver a mucha gente justo ahí. ¡Abran esto y traigan la maldita violencia!”, gritó al público.
El problema fue que la gente no se movía. Muchos no querían perder su lugar y además había familias con niños, lo que provocó nerviosismo real. Desde General B comenzaron las burlas y los abucheos.
Desesperado, insistió: “No quiero ver princesas aquí. Divídanse justo en el centro. ¡Ábranse, empujen, háganlo ahora!”.
Al final, tuvo que subir alguien al escenario para explicarle al público en español cómo acomodarse. Tras varios intentos, el círculo se abrió, pero la explosión ya no fue la que la banda buscaba.
Sin embargo, después de un show completamente brutal y en ruso con un poco de inglés, Alex cerró con gratitud su presentación en nuestro país:
“Un millón por ciento. Muchas gracias por estar aquí, México. Gracias por recibirnos”.
Un inicio atípico: metal en modo descanso
El arranque del festival dejó una imagen poco común para un evento de este calibre. En General A, decenas de asistentes prefirieron ver a Shinedown sentados en el pasto e incluso acostados. En General B, las gradas sirvieron como descanso temprano.
El ánimo estaba dividido: algunos aguardaban con devoción; otros parecían simplemente matar el tiempo hasta la noche.
Dentro del festival, la mercancía oficial alcanzó los 800 pesos por prenda, un precio que obligó a muchos a pensarlo dos veces. Afuera, la escena fue distinta: puestos con playeras de Falling in Reverse, del festival y de Marilyn Manson… incluso algunas con la ya famosa parodia de Eugenio Derbez caracterizado como Manson, que terminaron siendo más buscadas que el merch oficial.
Una vez más, el comercio ambulante volvió a competirle directamente al festival.
Desde el ingreso, la experiencia fue tensa: revisiones minuciosas y policía antidisturbios por todos lados marcaron el tono desde temprano.
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Y cuando la noche ya estaba avanzada, vino uno de los reclamos más fuertes: los baños del estadio no estuvieron habilitados y miles de asistentes tuvieron que conformarse con sanitarios portátiles, lo que derivó en filas interminables, incomodidad y molestia generalizada.
Sin Slipknot, sin bandas nacionales y con sede nueva en el Estadio Fray Nano, el festival apostó todo a su cartel internacional. No todos compraron la apuesta.
No fue el regreso ideal. Pero sí, uno que, para bien o para mal, nadie va a olvidar fácilmente y que por primera vez en la historia del festival en el país, terminó con saldo blanco.
dft
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