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El actor Arturo Ríos está solo en un salón de ensayos donde la directora Ana Graham le da indicaciones. Él escucha, aplica lo recomendado y batalla para lograr lo que le piden.
Cuando lo hace, la magia del teatro se da y es capaz de llevar a quien lo observa a una playa donde un anciano solitario intenta pasar la noche con hambre, frío y pulgas.
Esto es algo que un primer actor logra hacer con pocos o nada de elementos; aunque asegura que este mote no le viene bien a pesar de que ya está en edad para que lo pongan en esa categoría.
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“Eso ya se lo dejo a la gente. A veces me da cierto pudor y pido que me pongan ‘actuación especial’ porque me parece algo del siglo pasado que te vuelve serio y muy respetable, y yo soy un actor común y corriente. No niego lo que he hecho y lo defiendo, pero jamás cometí el error de colgarme ninguna medalla”, indica en entrevista.
El actor está celebrando 50 años de carrera en los cuales ha recorrido todas las áreas de la actuación, desde el teatro hasta las series de tv como La casa de las flores (2018) y La Reina del Sur (2022).
“Me siento muy afortunado. Los actores somos gente que amamos mucho nuestra profesión, un poco por la vanidad o por el ego, porque es una profesión muy apapachada. También está el reconocimiento, y me da una satisfacción enorme”.

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Dejar todo por el arte
El actor de 72 años cuenta cómo se enamoró del escenario cuando él tenía tan solo 17 años de edad.
“Antes de dedicarme a la actuación trabajaba en una oficina de gobierno, en la Comisión Federal de Electricidad (CFE), que era de las paraestatales con mejores sueldos, así que a la larga iba a lograr tener una buena jubilación. Ahora no tengo jubilación porque los actores no nos jubilamos porque no tenemos derechos laborales”.
Y aunque Ríos afirma que esto no es algo que le pese, hoy la vida le ha dado un regalo por sus 50 años de carrera: ser invitado a integrarse a la Compañía Nacional de Teatro (CNT) como actor de número, es decir, con los primeros actores que tienen un lugar vitalicio en la organización.
“No se planeó así pero de repente algo se movió, porque como buen actor ya llevaba como un año sin hacer nada, no porque quisiera darme un tiempo de descanso sino porque no me salió nada de trabajo, pero los actores aprendemos a vivir en las vacas flacas y en las gordas”.
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Para celebrar estas cinco décadas de labor artística, el histrión buscó reestrenar el monólogo El final, en el cual interpreta a un anciano que, a pesar de sus excentricidades, representa la esencia de la lucha humana por la supervivencia y la dignidad en medio del aislamiento.
“Es un personaje oscuro, solitario, alejado de la sociedad porque se siente dañado y exiliado, pero él no se ve a sí mismo como una víctima sino que entiende que no quiere pertenecer a ella”.
La puesta en escena iniciará temporada este viernes en el Teatro El Granero del Centro Cultural del Bosque.

“El autor Samuel Beckett es un crítico del sistema capitalista, nos pone a nosotros mismos como sociedad para darnos cuenta cómo tratamos a la gente que ‘ya no produce’ y a la que ya no le encontramos un uso”, destaca.
Al igual que su personaje, no le da miedo la vejez, pero, admite, sí quisiera tener más tiempo con su hijo, ya que él se convirtió en padre en sus cincuentas. Sin embargo, si en este momento le tocara bajar el telón de su vida, considera que estaría bien, pues está satisfecho con lo hecho.
“Pero estoy bien físicamente y tengo ganas de vivir”.
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