Cuando llegó a México hace 10 años buscaba un lugar donde encontrarse.

ya no le ofrecía la calma ni el espacio que necesitaba, aún seguía con la etiqueta de ser “Ana de Mecano” y buscaba diferenciar eso en su carrera como solista: México apareció entonces como un refugio.

“Me vine para acá porque sentía que ya no tenía sitio en mi país. El mexicano siempre ha sido muy fiel; si empatiza contigo, es para siempre. México es especialmente apapachador y siempre está ahí en las buenas, en las regulares y en las malas”, dice la cantante en entrevista con EL UNIVERSAL.

Ana tuvo que reconciliarse consigo misma. Tras la disolución de Mecano había pasado 11 años interpretando sentimientos ajenos y viviendo dentro de un éxito que no siempre supo gestionar. Ser solista significaba, por primera vez, poner voz sobre sus emociones.

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“Tenía que encontrar mi identidad. Eso fue lo más difícil para mí. Nunca me había tenido que preocupar por escribir canciones”, recuerda.

Foto: Germán Nájera e Iván Flores.
Foto: Germán Nájera e Iván Flores.

El precio de la fama

Mecano fue uno de los fenómenos más grandes del pop en español. El trío, que formó junto con Nacho y José María Cano, llevó el tecno-pop de los 80 a escenarios de España, América Latina y Europa.

Discos como Entre el cielo y el suelo, Descanso dominical o Aidalai marcaron generaciones, y temas como “Hoy no me puedo levantar”, “Cruz de navajas” o “Mujer contra mujer” se convirtieron en himnos.

Pero cuando el grupo terminó en los 90, Ana tuvo que replantear su manera de hacer música.

“Lo más difícil para mí fue darme cuenta de que ahora iba a hablar en primera persona. Cuando grabé ‘A contratiempo’ y dije, ‘qué tonta estoy’, paré porque pensé que me había equivocado… siempre había cantado en masculino o neutro. Ahí me entró vértigo”, continúa.

Aunque ya era una figura consolidada, su carrera solista arrancó casi desde cero.

El álbum Puntos cardinales de 1997 marcó su debut formal, seguido por éxitos como “A contratiempo”, “Ya no te quiero”, “Sonrisa” y “Duele el amor”. Cada proyecto la empujó a buscar una voz propia, más íntima y más honesta.

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Foto: Vía Instagram
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Aprender a ser Ana Torroja

De esa introspección nació “La maleta”, una metáfora de todo lo que cargó durante años, como cuando le preguntan si extraña su época de Mecano.

“Siempre digo: ‘no, porque viene conmigo en la maleta…’ Nunca había contado esta parte de mi biografía musical. Hasta que no lo escribes, no lo sacas”, asegura la cantante.

Antes de este tema, ya disponible en plataformas, presentó “Se ha acabado el show”, un sencillo nacido de la duda y el agotamiento creativo.

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“Fue la canción que me abrió la puerta a no tener miedo a ser vulnerable. La música es terapéutica y catártica, te permite soltar cosas que llevas dentro”.

Con “La maleta”, abrió oficialmente su nueva etapa. La canción, segundo adelanto de su nuevo disco, que verá la luz el próximo año, se presenta como un ejercicio de autoconciencia donde revisita su pasado desde la reconciliación.

“En mi próximo disco no me he puesto límites. Es el más personal… con lo introvertida y lo tímida que soy, fue un reto. ‘Se ha acabado el show’ fue la canción que abrió la puerta a no tener miedo a ser vulnerable”.

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En cada entrevista, el público vuelve al mismo lugar: ¿regresará Mecano? Ana lo entiende, pero también sabe que la realidad es otra. Los hermanos Cano continuaron en la composición musical; ella eligió una carrera solista más pausada.

“Nunca me han dejado de preguntar por Mecano. Lo más difícil es responder con un ‘no’. No es imposible, pero es bastante improbable”, concluye.

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