Donald Trump le comentó a Enrique Peña “quiero que seas tan popular que tu gente convoque a una reforma constitucional en México para que puedas postularte nuevamente por otros seis años”.

La provocadora frase tuvo como respuesta del mexiquense un “es usted muy amable, señor Presidente”.

Esto es parte de la conversación que sostuvieron vía telefónica el 27 de enero. La transcripción completa la dio a conocer ayer The Washington Post.

EPN aceptó y atajó uno que otro golpe.

El republicano impuso sus condiciones, pegó. Y con sus buenos deseos electorales para el 2018, colocó al priísta donde le dio la gana.

El mandatario estadounidense indicó desde un principio que no quería reuniones. Fue directo al grano en su plan de poner tarifas fronterizas. Peña sobrellevó el momento invitándolo a mantener una buena relación, siendo condescendiente.

Hizo mutis en el instante en que Donald le dijo que necesitaba ayuda con los narcotraficantes, con los “pretty tough hombres” que “deben ser noqueados”. “Ustedes no han hecho un buen trabajo”. “Tal vez tu ejército tiene miedo de ellos, pero nuestro ejército no”, apuntó el estadounidense.

El mejor argumento de EPN fue cuando reviró señalando el tráfico ilegal de armas y dinero que fluyen de EU hacia el sur. En contraste, sobre las ásperas palabras intervencionistas y la dura sentencia contra los militares mexicanos, el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas se quedó callado.

La nula condena de un muro en la frontera fue otra sorpresa. Impresiona la anuencia total de su construcción por parte del gobierno peñista. Desconcierta el engaño retórico cuando Enrique aseguró que su posición es firme “diciendo que México no pagará por el muro”. A lo que, por cierto, Donald respondió: “Pero no puedes decirle eso a la prensa”.

Como apunté en alguna ocasión, el magnate logró sin mayor esfuerzo que el debate se centrara en quién pagará, en qué declarar y cómo hacerlo frente a la opinión pública. No en la terrible idea de su existencia, su edificación.

El racista puso al Ejecutivo federal a comer de su mano. Y colocó los cimientos que alimentan la división, la discriminación, el odio por el otro.

La difusión del contenido de esta llamada exhibe a los dos presidentes. Ninguno se salva.

Recordarán que Dolia Estévez ya había develado parte del diálogo. Fue cuando Videgaray se lanzó en su contra. En aquel entonces, la Secretaría de Relaciones Exteriores emitió un comunicado donde “aclaraba” que lo publicado estaba basado en “absolutas falsedades y con evidente mala intención”.

Confirma otra de las muchas vocaciones de ambos personajes en el poder: manipular la información y atacar a los periodistas que descubren y exhiben la cruda realidad.

En lugar de reelección tendríamos que pensar en revocación de mandato.

Twitter: @elisaalanis Facebook: Elisa-Alanís-Zurutuza

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses