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En las últimas semanas han surgido dudas por la volatilidad del tipo de cambio. ¿Qué pasa con México, tendrá una recesión? ¿Inflación? ¿Estará en picada por los precios del petróleo? ¿Está mal la balanza de pagos? ¿Son insuficientes las reservas internacionales? E incluso, ¿se parece a 1982 o a 1994?
La respuesta a cada una de las preguntas es fácil, un no definitivo.
México no estará en recesión, el país está creciendo más que en los últimos tres años y crecerá entre 2.3 y 2.5% en 2016, a pesar del precio del petróleo. La inflación en 2016 difícilmente será mayor a 3.5%; la de enero llegó apenas a 2.6%. No hay una situación crítica en la balanza de pagos; la cuenta corriente, que es el resultado total de todas las entradas y salidas de divisas por las transacciones con el exterior, se deterioró en 2015 por la menor producción de petróleo y su menor precio, pero los otros ingresos van bien. La caída en el precio de petróleo tiene consecuencias negativas, pero también tiene beneficios que, prácticamente, compensan lo negativo. Pemex tendrá menos ingresos, pero el gobierno no. Por cada litro de gasolina que se importa, el gobierno gana siete pesos, lo compra a 7 y lo vende a catorce; además compró una cobertura que le garantiza un precio de 49 dólares por barril de petróleo para 2016. Así, el menor precio internacional del petróleo y por lo tanto de la gasolina, de los petroquímicos y del gas, también nos favorece. Las reservas internacionales son suficientes. Con no menos de 230 mil millones de dólares, contando con la línea del Fondo Monetario Internacional, el país está bien armado, así se le percibe y así lo consideran los bancos de inversión en Nueva York. ¿Entonces, la situación no se parece a las de 1982 o 1994? Pues no, para nada. En esas ocasiones no teníamos reservas internacionales y no teníamos un tipo de cambio flexible que absorbiera los choques, cualquier choque drenaba las reservas y nos hacía tremendamente frágiles. El México de hoy es otro país. Exportamos 20 veces más que entonces y el petróleo sólo representa alrededor del 5% del total, es poco importante, antes era casi el 80%. Hablar de una tormenta perfecta es infundado y denota ignorancia.
¿Entonces, por qué la inestabilidad cambiaria que ha llevado al dólar a más de 19 pesos?
El peso es un instrumento muy utilizado en los mercados cambiarios internacionales y esa compraventa, esas transacciones, lo impactan. Además, con las noticias de China, la percepción generalizada es que los países exportadores de materias primas tendrán menos ingresos. Sí, pero México no es exportador de materias primas y tampoco exporta mucho a China. Nuestro principal socio comercial, Estados Unidos, sigue creciendo y no entrará en una recesión. El bajo precio del petróleo nunca ha causado una recesión. Nuestra balanza de pagos no será impactada como la del resto de América Latina. Hay que destacar estas diferencias.
¿Y entonces, por qué el gobernador de Banxico insiste en la necesidad de bajar el gasto público? Porque el exceso de gasto público sí puede afectar nuestra balanza de pagos y provocar una mayor depreciación. Tal vez ya no exista la cobertura de petróleo en 2017. De ahí la importancia de resolver inmediatamente los desequilibrios de Pemex y de reducir el gasto público, gasto que no ha resuelto ni pobreza, ni desigualdad. Tampoco requerimos deuda, la deuda contratada por el gobierno estos tres últimos años ya equivale a diez puntos del PIB.
La situación del país aún no muestra un deterioro, pero hay que rectificar ahora y no esperar a 2017. Hay que iniciar la reducción del gasto inmediatamente, a pesar de ser un año de elecciones, y tratar de preparar el entarimado para 2018. Habría que actuar con responsabilidad y dar prioridad a cuidar los salarios y la estabilidad del país. Si no se reduce el gasto, la opción será incrementar la tasa de interés, efectivamente, para cuidar la balanza de pagos y, sobre todo, el poder adquisitivo de los salarios.
Director del Centro de Estudios Económicos del Sector Privado
@foncerrada