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“Todos los pueblos del mundo que han lidiado por la libertad han exterminado al fin a sus tiranos”
Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar Palacios y Blanco, conocido por su lucha de independencia como Simón Bolívar, el Libertador de América, cumple hoy 234 años de haber nacido, y recordarlo hoy es pertinente por los aciagos momentos que vive el pueblo de Venezuela, que en el año de 1813 lo nombró Capitán general de los Ejércitos y le confirió el titulo de libertador, por conducto de Cristóbal Mendoza, a la sazón gobernador de la demarcación.
“Amo la libertad de la América más que a mi gloria propia, y para conseguirla no he ahorrado sacrificios" así como Bolívar, han pensado los grandes que encontraron en la libertad y el nacionalismo su mejor inspiración, que les permitió no dudar ni un poco, en que era posible el triunfo sobre la tiranía y la esclavitud; signos de viejos imperios que la historia recicla, cuando los hombres y los sistemas fallan; cuando pesan más las personas y los caudillos que las instituciones.
Bolívar vivió de cerca el proceso libertario de México iniciado por Hidalgo y encabezado luego por el generalísimo José María Morelos y Pavón, que soñó con un Poder Legislativo fuerte y comprometido con la gente, cosa que hoy no ocurre en Venezuela, donde el Parlamento ha sido disuelto, por no ser un espacio político a modo del régimen chavista.
Venezuela y México tienen mucho en común, extraordinaria riqueza en sus costas y en el subsuelo; una gran biodiversidad que comparten al mundo y les une en el combate al cambio climático; extraordinaria riqueza turística; un pueblo generoso; alegre y trabajador, pero también comparten una tristeza: carecen de gobernantes probos, honestos y comprometidos con sus pueblos.
En Venezuela como en México estamos muy lejos de haber abatido la ignorancia y la pobreza, como lo proclamó Morelos en 1813, y que en su tiempos lo compartía Bolívar: “Que como la buena ley es superior a todo hombre, las que dicte nuestro Congreso deben ser tales que obliguen a constancia y patriotismo, moderen la opulencia y la indigencia, y de tal suerte se aumente el jornal del pobre, que mejore sus costumbres, aleje la ignorancia, la rapiña y el hurto”.
Tal vez por obvio, sería innecesario enunciar la lejanía a la que estamos de ese ideal, pero como Bolívar y Morelos, no podemos dejar de hablar, de decir y de luchar por lo que muchos seguimos trabajando, desde la sociedad y la política, desde el periodismo y desde el aula, desde muchas trincheras, porque el actual estado de cosas debe cambiar.
Me referiré para terminar a un solo aspecto. Urgen en ambos países, mejores pagos por los jornales; el salario mínimo es una utopía constitucional porque no satisface lo básico para mantener a una familia; porque el liberalismo descarnado ha sumido en la pobreza a más de 55 millones de mexicanos y millones más de venezolanos, concentrando la riqueza en un puñado. Ni liberalismo ni socialismo han podido responder al reto de la pobreza. Mientras la desigualdad persista y los gobernantes seamos incapaces de abatirla, ni Bolívar ni Morelos, ni nadie en las Américas podrá sentirse satisfecho, y menos con la conciencia del deber cumplido.
Vicepresidente de la Cámara de Diputados
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