El pasado 30 de julio, Canadá anunció su intención de reconocer al Estado palestino en la próxima Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que se celebrará en septiembre, con lo que se sumó a una reciente lista de países occidentales como Francia y Reino Unido que planean hacer lo mismo de cara al conflicto armado entre Israel y Palestina, el cual ha dejado decenas de miles de personas sin vida y una reciente hambruna que ha ocasionado la muerte de infantes.
El Uni Explica consultó a José Joel Peña Llanes, doctor en Derecho Internacional y académico de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), para conocer las implicaciones de un eventual reconocimiento más amplio del Estado de Palestina. El especialista anticipa un cambio significativo en la presión de la comunidad internacional sobre el conflicto, aunque cuestiona el alcance real de este giro diplomático en el corto plazo.
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“Reconocer a Palestina como Estado más que un acto legal, es una herramienta de presión para exigir un alto al fuego y facilitar la ayuda humanitaria”, explica José Joel Peña Llanes. El internacionalista señala que el reconocimiento de Palestina por potencias occidentales introduce una nueva dinámica internacional al mostrar que la inacción ya no es “sostenible” para muchos países.
De formalizarse el reconocimiento, se abriría la puerta para que Palestina esté presente en más espacios diplomáticos, económicos y legales; podría formar parte organismos multilaterales y obtendría opciones de apoyo a través de relaciones diplomáticas formales con más países.
En el mejor de los casos, “se estimularía el flujo de ayuda económica y cooperación internacional, contribuyendo al desarrollo institucional y a la mejora de las condiciones de vida de la población”, puntualiza Joel Peña.
No obstante, el impacto práctico, sobre todo en el corto plazo, resulta incierto. “El reconocimiento de Palestina no va a resolver por sí mismo el conflicto”, enfatiza el experto, pues para volver a Palestina un Estado plenamente funcional es indispensable un reordenamiento interno que garantice las capacidades del territorio para garantizar servicios esenciales a la población.
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“Una vez reconocido, Palestina necesitará apoyo internacional para fortalecer su sistema político y su gobernanza”, advierte Peña. Asimismo, recalca la importancia de que los palestinos, sean quienes tomen las decisiones del futuro de su país, ya que la intervención de potencias extranjeras en procesos similares en países como Irak, Afganistán y Siria “dejaron al margen a su población y han demostrado no ser efectivas”.
El pasado 30 de julio, 15 naciones, entra las que se encuentran Francia y Canadá, firmaron la “Declaración de Nueva York”, un documento que insta a Israel a poner fin inmediato a la violencia contra los palestinos, detener los asentamientos y renunciar a cualquier intención de anexión de territorio. Se solicitó a los representantes de los Estados miembros de la ONU que respalden la declaración antes del 5 de septiembre, que es cuando finaliza el 79.º periodo de sesiones del organismo.
“La necesidad urgente hoy es que termine la guerra en Gaza y que se rescate a la población civil”, dijo Emmanuel Macron, presidente de Francia, en una carta dirigida al presidente palestino, Mahmud Abás, el pasado 24 de julio.
Las declaraciones se produjeron a la par del aumento de la indignación mundial por la creciente hambruna en Gaza. “Las cifras de muerte superan casi las 60 mil personas, muchas de ellas infantes, informes recientes de organizaciones internacionales, incluidos dos de organizaciones israelitas, mencionan el uso de la hambruna como un arma de guerra”, asevera el Dr. Peña.
En mayo, España, Irlanda y Noruega oficializaron el reconocimiento de Palestina como Estado independiente y soberano. De hecho, 147 de 193 Estados de las Naciones Unidas reconocen a Palestina. Sin embargo, dentro de la ONU, el Estado palestino sólo tiene la condición de observador no miembro, pues persiste el veto de Estados Unidos en el Consejo de Seguridad.
“El reconocimiento del Estado palestino por parte de las potencias occidentales es un hecho importante e interesante en la diplomacia internacional, no por su efecto inmediato, sino por su carga política y simbólica”, señala Joel Peña. Francia es el primer país del G7 en reconocer a Palestina como Estado; además, es potencia nuclear.
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En Reino Unido, el primer ministro británico, Keir Starmer, anunció el 29 de julio que su nación insular también reconocerá a Palestina en septiembre, a menos que Israel adopte “medidas sustanciales” en Gaza
Entre ellas, solicita decretar un alto al fuego, asegurar la no anexión de Cisjordania y permitir que la ONU brinde ayuda humanitaria. "Tenemos que ver al menos 500 camiones (con ayuda) entrando en Gaza cada día", precisó Starmer.
“La pregunta no es solo cuántos países más reconocerán a Palestina, sino si este movimiento va a servir para abrir una nueva vía de negociación real o si va a continuar siendo un acto aislado, insuficiente frente al sufrimiento en Palestina”, se cuestiona el Dr. Peña.
Desde que Francia comunicó su intención de reconocer a Palestina, Israel se ha pronunciado en contra. El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, “condenó enérgicamente” la decisión y la calificó de "recompensa para el terrorismo de Hamás", al afirmar que un Estado palestino podría convertirse en una amenaza para la existencia de su país.
En Estados Unidos, el presidente, Donald Trump, aseveró que “lo que diga Macron no importa y no cambia nada”, mientras que el secretario de Estado, Marco Rubio, declaró que su nación “rechaza enérgicamente” el anuncio del mandatario francés y calificó su decisión como “irresponsable”.
La posición de Israel se mantiene firme, rechazar lo que consideran una "campaña distorsionada" de presión internacional para reconocer a Palestina y cesar el fuego. El ministro de Relaciones Exteriores israelí ha insistido en que, bajo las circunstancias actuales, reconocer a Palestina como Estado equivaldría a crear un "Estado de Hamás", lo que “no va a pasar”.
Esta postura se ve reforzada por la decisión de Estados Unidos e Israel de abandonar las conversaciones de alto al fuego en Qatar, lo que indica un estancamiento en los esfuerzos diplomáticos y una profundización de las divisiones entre las naciones sobre el futuro del conflicto.
“La presión internacional crece, pero el desafío sigue siendo traducir dicha presión en hechos concretos y para que esto se lleve a cabo se necesita la voluntad política de Israel y de Estados Unidos", concluye el internacionalista José Joel Peña.
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