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Cuautitlán, Méx.— Luego de que bajara el nivel del agua, vecinos comenzaron las labores de limpieza de casas, cisternas y calles de la colonia Rancho San Blas, apoyados por servidores públicos estatales y municipales, así como por elementos de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), al activarse el Plan DN-III en la zona donde se desbordó un canal de riego el pasado jueves. Los muebles, sillones, ropa, electrodomésticos y colchones que quedaron inservibles fueron colocados en las calles, mientras equipos de hidrosucción tipo vactor entraron a las privadas para acelerar el desfogue del agua pluvial que afectó a alrededor de 600 viviendas de dicha comunidad. Con escobas, jaladores y palas retiraron el agua y lodo que se acumuló en las calles privadas, además de desinfectar con cloro y limpiadores de piso, intentando eliminar los malos olores que arrastraron las aguas negras.
“Llevo 13 años viviendo aquí y sí llovía y todo, pero nunca había ocurrido algo así. Tenemos muchísimo miedo de que vuelva a llover, porque nos va a ir igual, perdimos sala, comedor, refrigerador, lavadora”, dijo María del Carmen Escobar. El agua entró con fuerza al reventar una barda perimetral de la unidad deportiva de la colonia, contigua al canal de riego que desbordó y provocó daños en los bienes de la población, como el caso de Miguel, quien contó que el agua entró a su casa, en la calle cerrada Rancho Nuevo, llegándole hasta la cintura. “No he podido dormir y menos con la pestilencia. Me quedé a dormir aquí porque no quiero que me roben lo que me quedó. Llegué a vivir aquí hace 21 años y nunca había pasado esto.
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Todos dicen que es por la obra de las naves, porque redujeron el paso del canal”, refirió Miguel, quien portaba un cubrebocas para prevenir infecciones por la contaminación del agua. Además, el gobierno del Estado de México, en coordinación con el Sistema Municipal DIF, desplegó 10 brigadas médicas para la aplicación de 500 vacunas contra el tétanos y difteria, así como 200 contra la hepatitis y 100 para combatir el neumococo. “El jueves comenzó [a llover] como a las cinco de la tarde, se paró y luego a las ocho de la noche otra vez y ya no paró, duró toda la noche.
A las dos de la mañana empezamos a meter el producto en bolsas negras, resguardamos todo lo que pudimos y nos llevamos algunas pertenencias para dormir en casa de unos familiares”, comentó Adriana Montes, propietaria de una miscelánea desde hace 18 años. Los refrigeradores donde guardan los refrescos y productos lácteos los desconectaron esa noche antes de irse a resguardar a casa de unos familiares. Ayer, al sacar el agua del negocio, prefirieron no conectarlos, pues no saben si aún funcionan.