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La buena entrada y gran ambiente en el Estadio Azteca quedaron manchados con la violencia en las tribunas del Coloso de Santa Úrsula.
En la recta final del partido, en la parte alta del Azteca, comenzó una batalla campal entre aficionados del América y barristas del León que asistieron al inmueble capitalino.
Lo que parecía controlado por la tardía respuesta de la policía, tuvo una segunda parte más intensa. Proyectiles de ambos bandos, hieleras, todo era arrojado con la intención de agredir al bando rival sin importar que había niños en la grada.
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La campal parecía extenderse por toda la tribuna ante la nula respuesta de los policías que eran insuficientes para la magnitud del problema en el inmueble.
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Al final hubo ensangrentados y un aficionado azulcrema que tuvo que ser llevado en brazos a la ambulancia. No hubo detenidos y sólo evidencia de que la seguridad es ineficiente.
