Rodolfo Rotondi recuerda con claridad el momento en que el futbol dejó de ser solo un sueño para convertirse en su vida diaria. El futbol, que para muchos empieza como un juego con amigos, para él se transformó en algo mucho más profundo y un privilegio.
“Sí, cuesta asimilar el cambio porque es un deporte que uno lo hace de chiquito, que le gusta jugar a la pelota con sus amigos y de golpe te das cuenta que es un trabajo y ya es otra responsabilidad y otras presiones y creo que a mí me tocó asimilarlo cuando me voy de mi casa, cuando voy a las inferiores de Newell's Old Boys", admite a EL UNIVERSAL Deportes con nostalgia.
Aquellas inferiores marcaron un antes y un después. La pelota ya no era solo diversión, era disciplina, convivencia diaria y responsabilidad. “Hice el click de decir, bueno, esto no es jugar el futbol con amigos, divertirse, esto ya es ser responsable, convivir las 24 horas siendo jugador y un montón de cosas que ya uno va asimilando”.
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Rotondi sabe que la carrera profesional es una montaña rusa emocional. Los días buenos se entrelazan con momentos difíciles, y la clave está en no ceder. “Creo que un consejo que me haya cambiado ha sido no bajar los brazos, porque creo que en esta carrera tenemos más momentos malos que buenos”, confiesa con sinceridad.
En los partidos complicados y entrenamientos agotadores, ese consejo resuena más fuerte. “Es ahí donde no hay que dejar de trabajar, no hay que dejar de exigirse a uno mismo, no hay que darle tiempo a la queja, al fastidio … el futbol es una montaña rusa”, explica, dejando entrever que cada caída es una oportunidad para levantarse.
Cada derrota, cada error, cada triunfo aprendido se convierte en experiencia. “Tenés momentos buenos, momentos malos, pero creo que el consejo más importante es que en ese momento malo no aflojar y doblegar el esfuerzo”, dice, como quien comparte un secreto que lo ha mantenido en pie durante toda su carrera.
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Mirando hacia atrás, Rodolfo se imagina hablando con el niño que jugaba en las inferiores. Le daría un mensaje simple pero poderoso, disfrutar cada paso del camino. “Que disfrute, que disfrute, porque muchas veces me ha tocado pasar momentos muy malos y la he pasado realmente mal, entonces decir que lo bueno llega con trabajo, que todo tiene sus frutos y que trate de ser feliz”, asevera.
Hoy, en el vestidor de Cruz Azul, Rotondi combina disciplina y pasión en cada entrenamiento. Ha aprendido que el futbol no es solo resultados, sino un estilo de vida que se vive en cada detalle.
El argentino sabe que cada paso cuenta y que la vida de futbolista exige más que talento: requiere constancia, concentración y la alegría de jugar. Para él, el patear la pelota dejó de ser un juego hace mucho tiempo, ya que ahora es su manera de vivir.