Con la mirada absorta y las manos en los bolsillos del pantalón, escuchó el silbatazo final del árbitro Víctor Cáceres, ese que oficializó la eliminación de las Chivas y posiblemente el desenlace de su etapa al frente del equipo.

El empate en el clásico tapatío (1-1) resultó el mejor colofón a otro desastroso torneo del Guadalajara, en el que ni siquiera le alcanzó para terminar entre los 10 primeros lugares de la tabla.

Eso explicó el ensordecedor abucheo que acompañó al vestuario a un Rebaño que ya no tiene nada de sagrado, porque ha perdido la capacidad —incluso— de meterse a la fase final por la puerta de atrás.

El ímpetu del juvenil Hugo Camberos no alcanzó. El Guadalajara ha vuelto a fracasar.

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