El taekwondo estuvo siempre presente en la vida de , quien junto a su hermana Iridia, vieron durante años a sus padres practicar la disciplina que más tarde los volvió a ellos mismos en históricos en el deporte mexicano.

Compartiendo desde la niñez el sueño de ir a unos Juegos Olímpicos y poder dejar como legado una presea para México, Oscar e Iridia lucharon dentro y fuera del tatami, contra todo, para volverlo realidad.

La meta fue alcanzada primero por Óscar, al ganar la medalla de plata en la categoría de -58kg en Atenas 2004 y en Tokio 2020, al seguir los pasos de su padre Reynaldo Salazar, ahora como entrenador de la selección de Egipto, con dos metales de bronce.

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“Sabía que al retirarme me convertiría en entrenador para ayudar a más jóvenes a cumplir sus sueños. Debido al Covid-19 perdí a mí papá... Siempre que hablábamos lo invitaba a conocer Egipto. Sé que ese día, con las dos medallas que gané como entrenador, él a la distancia estuvo presente”, rememora.

Salazar, quien dirigió bajo el tatami a Hedaya Malak y Seig Eissa, aseveró que sin importar que las dos preseas sean para Egipto, pertenecen, por su aporte, también a México.

“Se obtuvieron dos medallas con Egipto en Tokio 2020, un evento en el que a México le fue mal. Yo soy mexicano, quizá mis deportistas no, pero un pedazo de esos metales también son de mí país”, finalizó.

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