El pasado viernes Mike Tyson subió al ring para enfrentar a Jake Paul, un youtuber, rapero y algunas cosas más, quien en los últimos años se ha dado a la tarea de volverse boxeador, sin dejar de lado que en el pasado tuvo problemas con la justicia.

Tyson, el antes llamado “hombre más malo del mundo”, regresó a los cuadriláteros por segunda ocasión después de su retiro oficial en el 2005, cuando había perdido los 300 millones de dólares que ganó en 20 años de combates, lleno de deudas y demandas de sus exesposas, promotores y otros asuntos provocados por su explosivo carácter.

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Y el regreso contra Jake Paul, en vez de revivir sus viejas glorias, lo dejó aún más mal parado, con las palabras ridículo y decrépito presentes en varias crónicas al respecto.

La moda de la añoranza no le ha venido nada bien a los boxeadores que hace varios años colgaron sus guantes. Hace unos meses, de la nada apareció Floyd Mayweather Jr. en la Ciudad de México, para dar un patético espectáculo frente a Víctor Ortiz, en una pelea en donde se dio el lujo de cambiar al referee, y pedir que su rival no le pegara “muy duro”.

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Mike Tyson no llegó a eso, pero la realidad es que poco, muy poco queda de lo que era. Es verdad que la sola presencia de “Iron Mike” imponía, y se esperaba que en cualquier momento con un solo golpe acabaría con su oponente, pero no se dio, poco o nada de aquel Tyson, más allá de la mirada asesina y su guardia alta, queda. Lo demás, muy por debajo de las expectativas.

Y ni qué decir de la transmisión realizada por la plataforma Netflix, que mucho dejó que desear.

Económicamente, el intento de pelea fue todo un éxito. El AT&T Stadium de Arligton, Texas, tuvo una asistencia de más de 70 mil personas. Tyson se llevó a su casa 20 millones de dólares y el youtuber 40… Nada mal para un combate de ocho rounds de dos minutos cada uno, en donde el veterano pugilista apenas tiro un poco más de 20 golpes.

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Pero ¿dónde queda el legado? Seguramente dentro de algunos meses o años, la tentación y las deudas volverán a provocar que Mike Tyson suba al ring y el prestigio se perderá un poco más. La moda de los homenajes, de la añoranza, se ha transformado en una palada más al boxeo, que de estable sólo le queda el nombre.

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