Son muchos los que aspiran y pocos los que pueden llegar a terminar el ciclo cuando entran a las fuerzas básicas del Pachuca.
“Sí hay deserción, las pérdidas son muchas en el camino al posible debut”, dice Jan Westerhof, quien lleva más de 11 años trabajando en la institución hidalguense como técnico en menores, “pero cuando llegan y se consolidan, todos tenemos una gran satisfacción”.
Todos los pasos tienen su valor:
La captación. “Tenemos visores, en todas las zonas del país. Si hay un prospecto vamos rápido por él, porque queremos ganarle a nuestra competencia”.
Llegada. “Cuando vienen de fuera de Pachuca, llegan al centro ART. Aquí viven, estudian, comen. No pagan nada, son talentos extraordinarios que tienen beca. En algunos casos, se hace el esfuerzo por traer a los padres a la ciudad”.
En el sistema. “Todos trabajan con la misma filosofía: los chicos diariamente se miden a la élite, a los mejores rivales”.
El debut. “Muchos debutan y los perdemos por el papá, por lesiones, el chico mismo que pierde la cabeza, eso es la más difícil. Ahí se pierde una inversión y, claro, la parte humana. Para de bajar este índice, tenemos el PDP, Plan de Desarrollo Personal, manejado por Pilar Martínez”.
Profesional. “El técnico no está obligado a debutar por debutar, depende de la calidad que haya en básicas. Aquí se trata de forjar jugadores y con base en eso negociarlos. Esto es una empresa. La diferencia con otros clubes es que aquí preferimos invertir en formación que en jugadores ya hechos”.