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La familia De la Vega detenía todas las actividades en casa para una tarea en particular: Ser testigos de la Fernandomanía, en la década de los 80. El joven Horacio creció al pendiente las hazañas del Toro Fernando Valenzuela y hoy, es la cara del beisbol mexicano en el aniversario 100 del circuito de verano.
El camino no fue fácil. Horacio De la Vega no se considera una “persona de beisbol”. Desde los años en que admiraba a los Dodgers de Tom Lasorda a la actualidad, pasaron un sinfín de eventos en su vida. Dos de esos, quizá los más trascendentes, fue representar a México en los Juegos Olímpicos Atlanta 1996 y Sidney 2000, en el pentatlón moderno. Esa disciplina lo forjó como un dirigente apasionado por los retos.
El presidente de la Liga Mexicana de Beisbol, quien sabe lo que es desempeñarse bajo presión, afirma que esa es una de sus más grandes virtudes. “Te sonará raro, pero yo sí disfruto la presión”, confesó, en entrevista con EL UNIVERSAL Deportes. “Es algo que me gusta. Me sentiría raro si no tengo presión”.
Esa cualidad profesional, en esta faceta como directivo del deporte, lo ha llevado a estar a cargo de muchos eventos importantes, como los Juegos Panamericanos Guadalajara 2011, Lima 2019 y Santiago 2023; además, ser Director General del Deporte en Ciudad de México (2013-18), puesto en el que se reencontró con el beisbol.
Bajo su supervisión, estuvo la construcción del estadio Alfredo Harp Helú, hoy casa de los Diablos Rojos del México. De ahí que los dueños de la LMB lo voltearan a ver para nombrarlo su presidente ejecutivo (2019). De la Vega recuerda haberles mencionado: “Yo no vengo del beisbol, pero tengo una absoluta actitud y determinación para hacer las cosas bien”.