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Mérida.— La WTA tiene más de mil 650 jugadoras registradas, de 85 países; sin embargo, hay una que destaca por su historia de superación. Se trata de Francesca Jones, nacida en Bradford, Inglaterra, pero con un nivel de español como si fuera nativo, producto de sus 15 años radicando en Barcelona, donde se mudó a los nueve años para dar su primeros pasos en el deporte blanco, como parte de la Academia de Tenis Sánchez Casal.
Jones nació con el síndrome de displasia ectodérmica por ectrodactilia, por lo que cuenta con cuatro dedos en cada mano y tiene tres dedos en el pie derecho y cuatro en el izquierdo, pero lo que marca la diferencia es su mentalidad.
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“Es parte de quién soy y de mi día a día. No deja de ser normal para mí, aunque tuvo mucho impacto en los últimos años que estuve lesionada y no podía jugar. Tuve lesiones que eran raras. Muchos doctores no entendían lo que me había pasado o qué había causado las lesiones. Pero eso lo uso a mi beneficio, tengo más ambición, me empujo más a mí misma y lo importante es siempre ver ese lado positivo de que me hace bastante más fuerte que muchas”, confesó, en entrevista exclusiva con EL UNIVERSAL Deportes.
Al terminar su carrera deportiva, le gustaría estudiar derecho o ciencias políticas, porque “el tenis te lleva a otro tipo de logro en el día a día. Tenemos algunos estímulos mentales distintos, pero también está el otro lado del papel, para poder extender nuestras capacidades”.
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Afortunadamente, no sufrió bullying, ni se sintió excluida en el circuito profesional.
“Las jugadoras y el tour [WTA] me miran con ojos distintos, pero de forma positiva. Tengo el respeto de muchos y, para mí, lo que es importante es el ser humano, que yo pueda aportar en lo que pueda como persona”, dijo.