Colocado en el círculo de espera, Juan Soto sólo atinó a resoplar y aventar su bat cuando el umpire marcó aquel strike alto a No era para menos.

Los Yankees de Nueva York montaron una seria amenaza en la parte baja de la séptima entrada, pero se esfumó con el rigorista ponche al segunda base venezolano, mientras el peligroso jardinero central se quedó con las ganas de marcar diferencia en la Serie Mundial que está a punto de terminar para unos Bombarderos del Bronx que no han hecho honor a ese mote durante toda la confrontación.

Los Dodgers de Los Ángeles cruzaron todo Estados Unidos, de sur a norte y de oeste a este, para seguir con el dominio ejercido durante los dos primeros juegos en el Clásico de Otoño más mediático de este siglo.

Y el protagonista tampoco cambió. En la mismísima primera entrada, el inicialista Freddie Freeman prendió un lanzamiento del abridor Clarke Schmidt y lo depositó del otro lado de la barda en Yankee Stadium. Shohei Ohtani, quien se recuperó del problema en el hombro izquierdo, estaba en los senderos.

El 2-0 resultó un mazazo para esa afición que aguardó tres lustros para ver al equipo más ganador en la serie por el título de las Grandes Ligas. Es muy probable que la aventura sólo dure cuatro juegos.

Porque los Dodgers están a 27 outs de conquistar su octavo campeonato en el Big Show. La victoria conseguida en la Gran Manzana (4-2) los ha colocado con una cómoda ventaja (3-0).

Eso explicó la felicidad del manager Dave Roberts cuando se oficializó la tercera victoria de los californianos. El triunfo en una de las Series Mundiales más importantes en la época contemporánea está muy cerca. Tienen cuatro oportunidades... Y la primera es tan pronto como hoy.

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