Totalmente agotado, caminando por inercia y pensando en darse por vencido, fue como el marchista mexicano llegó al estadio Olímpico de Montjuïc, la tarde del 7 de agosto de 1992.

Una jornada histórica para el deporte nacional, que vio —tras 50 kilómetros— a su máximo representante en aquella justa deportiva colgarse la medalla de plata, con un tiempo de 3:52.09 horas.

Momento que se mantiene fresco en la memoria del exdeportista, quien recuerda con emoción el instante en el que recibió el metal por el que trabajó arduamente. “Tuve sentimientos encontrados esa tarde. Unos eran por el cansancio. No daba más, pero cuando pasé la meta, me di cuenta de que todo vale la pena en la vida del atleta por ese momento. Luego de la premiación, corrí con mis padres y le puse la medalla en el cuello a mi mamá, con lágrimas”, compartió, en conversación con EL UNIVERSAL Deportes.

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Mercenario, quien resaltó la importancia del esfuerzo para cumplir sueños, reconoció la labor de la afición mexicana, que lo recuerda con cariño y lo motivó en ese momento cumbre.

“Nunca me imaginé que en mi vida iba a tener que decir tantas veces ‘gracias’. Hoy, después de 30 años, la gente recuerda lo que hice, y no tengo palabras. La afición mexicana es campeona del mundo en apoyar a sus deportistas y el motivo es que necesitamos triunfos como el de aquella tarde”, dijo.

El olímpico en dos ocasiones y multimedallista de oro en Juegos Panamericanos agregó que —para los Juegos Olímpicos París 2024— México puede obtener muy buenos resultados.

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