El riesgo de que un ser humano resulte herido en tierra firme por un desecho espacial es 1.5 millones de veces menor que el riesgo de morir en un accidente doméstico, es así que el verdadero problema de la basura espacial está en el espacio. Para los especialistas de la Oficina de (ESA), la continua generación de desechos acabará provocando un síndrome de Kessler, cuando la densidad de objetos en la órbita baja terrestre sea tan alta como para que se generen colisiones exponenciales entre objetos y desechos con un efecto de cascada imparable. En este punto de la historia, ciertas órbitas se volverían completamente inhóspitas.

A mediados del siglo pasado, nadie hubiera pensado que los satélites, cohetes y naves espaciales que comenzaban a lanzarse desde la Tierra se podrían convertir en algún momento en un problema. La Agencia Espacial Europea calcula que en la actualidad hay casi un millón de objetos sin utilidad orbitando alrededor de la Tierra, lo que pone en peligro las comunicaciones terrestres y futuras misiones.

Para los especialistas de la agencia, las órbitas terrestres bajas son un recurso natural limitado que incluso puede perderse debido a la presencia del enorme volumen de desechos espaciales que parece ir en crecimiento. Es así que la ESA está gestando acciones más contundentes para minimizar la creación e impacto de los desechos espaciales. Una de estas acciones es garantizar el reingreso más seguro de los satélites al final de sus vidas, lo que muy pronto sucederá con uno de los satélites pioneros en el monitoreo del clima: el ERS-2.

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