MEDELLÍN. —En la terraza del Museo de Arte Moderno de Medellín (MAMM), desde donde se divisan edificios y montañas de la ciudad que fue escenario de la guerra contra las drogas a finales del siglo pasado, crecen arbustos de hojas verdes con flores blancas y pequeños frutos verdes, amarillos y rojos. Esas plantas componen un jardín de coca, con las cuatro variantes que han sido cultivadas y usadas desde hace miles de años por pueblos indígenas de América del Sur.
El jardín es una obra central de Khoka Project, que la artista Susana Mejía desarrolla desde hace una década, junto a un equipo interdisciplinario, y que por primera vez ha llegado a un museo.
Khoka Project constituye una forma “legal” para ver, estudiar y aprender de la coca en Colombia, porque sobre esa planta pesa el estigma de la prohibición y de la ilegalidad después de que en 1961 fuera declarada como droga o estupefaciente en la Convención Única sobre Estupefacientes de la Organización de las Naciones Unidas. Sin embargo, más de 100 culturas de América del Sur la han cultivado, intercambiado y consumido.
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No podría haber otro lugar para algo como Khoka Project, reconoce vía telefónica la artista Susana Mejía. Con ello se refiere al museo y al arte como espacio y disciplina que son los únicos que, dice, “indultan” a la coca. Y también se refiere a Medellín, la ciudad que ha protagonizado la guerra contra las drogas:
“Si no fuera de Medellín, si no fuera colombiana, no hubiera hecho este proyecto. Estar en los años 80 y 90 en Medellín fue estar en esa historia de guerra. Quisimos hacer este proyecto porque estamos aquí y porque la guerra de las drogas es una guerra fría de la que nadie habla, excepto Colombia y México”.
Khoka Project ha sido un proyecto de viajes y de tiempo, el tiempo de las plantas. Abarca una larga investigación y trabajo en campo en los países donde se ha cultivado en América del Sur, específicamente en 70 comunidades; pero también en archivos históricos, museos de ciencia, herbarios de la Universidad de Harvard y del Field Museum, en Chicago, donde se guardan los estudios sobre la coca del etnobotánico Timothy Plowman, que son los más importantes sobre esa planta.
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El trabajo de Mejía y su equipo también se apoyó en el Laboratorio de Metabológica de la Universidad de los Andes, en Bogotá; en la Empresa Nacional de la Coca del Perú (única en el mundo que la procesa y vende a empresas como Coca Cola); en los acervos de Patrimonio Fílmico Colombiano; en jardines, bibliotecas y centros de investigación de Europa y América. También es resultado de diálogos para recuperar y construir un conocimiento que la prohibición ha ocultado.
Khoka Project (la palabra Khoka es de origen aymara y se usa para designar la planta sagrada, conocida como coca) abreva de la antropología, la botánica, la geografía, la arqueología, la historia, la etnohistoria, la etnología, la química y la medicina. Susana Mejía lidera un equipo de investigadores que participó en la generación de contenidos, producción y edición de un proyecto transmedia que incluye el archivo audiovisual interactivo, un libro, una interfaz digital, un repositorio académico, una serie de documentales y la exhibición de arte, que es curada por Cristina Vasco.
Un objetivo del proyecto es la socialización del conocimiento y pensar temas como ¿por qué la prohibición de la coca priva a la humanidad de conocer la planta y sus usos tradicionales?, ¿por qué la prohibición impide cualquier investigación científica? o ¿a quién pertenece ese conocimiento?
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Aquí es donde Khoka Project genera un giro porque aunque no es la primera pieza artística sobre la coca sí es un proyecto que desde el arte da agencia a la planta para responder: ¿quién es la coca?
“Fue la necesidad de entrar en ella, en la coca, como una agencia, como un individuo. El proyecto fue acercarme a la planta para verla como es y ver lo que le ha pasado. Ella tiene dos lados: el primero es cómo los grupos humanos la han usado, lo que le ha sucedido y por qué la han usado, en una historia que inicia 8000 años antes de Cristo. El segundo, es lo que ella es en esencia, en su química, como planta”.
De la coca, detalla la artista, existen más de 250 variedades, aunque son cuatro las que tienen cocaína y un uso ancestral en Sudamérica, como lo registró Timothy Plowman; esas variantes son la Ipadú, la Thupa, la Mamox y la Hayo.
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El proyecto en exhibición
En el Museo de Arte Moderno, el jardín de la terraza es la conclusión del proyecto de Mejía. Pero en otros espacios del museo está disponible una detallada exhibición de materiales generados con hoja de coca, así como los documentales.
La sala del museo se ha transformado como si fuera el estudio de la artista, que es a la vez una especie de laboratorio donde se guardan, coleccionan, estudian, conservan, cuelgan y exponen las hojas secas.
Como en proyectos anteriores (como Color Amazonia), Mejía usa la repetición como recurso para exaltar la belleza, por eso, por ejemplo, son 11 mil herbarios de coca, y además, las hojas se multiplican en cajones y frascos; aparecen enmarcadas o como hojas de oro, lo que evoca el uso sagrado de la planta. Las hay en sus distintos estadios de crecimiento, en fotos que documentan usos ancestrales o en ficheros con dibujos e ilustraciones botánicos. “Uso la belleza para que otros se acerquen y que no tengan miedo de lo que estamos hablando”.
Desde una computadora, en la sala se accede a https://khokaproject.com/ con la investigación; está disponible para que cualquier persona, en cualquier lugar del mundo, pueda conocer el proyecto. Con lenguaje accesible, remite a las ventanas Khoka Project, Historia, Archivo, Botánica, Comunidades, Química, Documentales y Entrevistas.
Ese Archivo interactivo presenta una visualización sobre el universo de la planta en un periodo de 14 mil años y en todo el planeta. Ofrece búsquedas relacionadas a las categorías usos, intercambio, poder, ciencia y cosmovisión; por ejemplo, una persona puede ver en el mapa cómo la isla de Marajó, en Brasil, es el lugar de la primera referencia histórica al mascado de coca entre los indígenas, documentada por Américo Vespuccio en su segundo viaje, entre 1499 y 1500. O si alguien elige México en el mapa podrá ver que en 1591 el médico Juan de Cárdenas comparaba la costumbre de los indios y negros de la Nueva España de cargar en su boca tabaco con la que tenían los indígenas de Perú con su “estimada yerba llamada comúnmente coca”.
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— ¿Tu propuesta es que la estigmatización de la coca se rompa?
—No es solo eso. Quiero que la gente hable del Amazonas, pero no voy a montar a una avioneta para mostrar fotos de la devastación. Quiero hablar de lo que hay, que nos sorprenda que ahí todos los días talan el equivalente a 80 canchas de futbol. Khoka Project es cómo hablar, no desde la negatividad, sino hablar de la oscuridad a través de la luz, del Amazonas a través del color, de la coca a través de su historia.
—¿Qué quieres decir de la coca?
—Que la coca, ella, como tal, no debería de ser prohibida. Porque ella como un agente sobre la Tierra es absolutamente valiosa y no tiene que ver con el tráfico de la cocaína. Los grupos humanos usan las cosas de una manera, y esa es otra historia; pero ella debería ser legal. Lo que trato con el proyecto es de entenderla, de crear un proyecto para concientizar y tratar de que el otro pueda ver algo de una forma distinta.
—¿Qué es lo que te permite el arte para poder plantear eso?
—El arte me da todo pero, sobre todo, me da la validez. Es el único medio que me permite tener esas plantas. El arte indulta la planta de coca para dejarla existir, pero eso sólo se hace posible cuando el Museo de Arte Moderno de Medellín decide tenerlas ahí. Pasaron de estar escondidas, de si se podía o no, de si yo estaba haciendo algo malo, de si los permisos, a entrar a un museo.
—¿Deliberadamente no es protagonista en el proyecto la guerra de las drogas?
—En el libro, que sale este año, se cuenta toda la historia de la coca. El primer capítulo es de 8000 años atrás hasta Colón y Américo Vespuccio. El segundo, los cronistas y la Colonia; el tercero, el Siglo de las Luces y los naturalistas. El cuarto, el siglo XIX y la ciencia. Y el último, es eso, la guerra de las drogas y la prohibición. Pero se toca de una forma muy sutil, aunque la prohibición es algo siempre presente en el proyecto.
La Oficina de la ONU contra las Drogas, en Viena, podría revisar este año la prohibición tras una petición de Bolivia porque lo coca está prohibida desde la convención de 1961. Pero, por ejemplo, en 1800 la coca “era buena”; la situación actual tiene que ver con un problema del ser humano: somos adictos. Pero la cocaína en su pureza es muy benéfica para la humanidad, fue la primera anestesia en el mundo, tiene muchos beneficios y sabríamos más, sin embargo, está prohibido estudiarla… La coca produce una economía y es tan grande que es la planta más económica. Sin embargo, en el mundo de las plantas económicas, ella está guardada en un clóset porque está prohibida.
La exposición concluye este mes en el MAMM, pero su valioso contenido se puede ver en el sitio: https://khokaproject.com/.