Una larga grieta recorre el muro exterior de la biblioteca de la Escuela de Música Vida y Movimiento del . De un momento a otro, muchos de los libros que allí había tuvieron que ser regalados por miedo a que el peso causara un daño mayor a nivel estructural. Aunque los alumnos de la escuela no están seguros de cuándo pasó exactamente, creen que fue hace un mes. El problema es que es sólo una pequeña muestra, la más reciente, de una situación que no es nueva y no es secreta.

Los cuentan que, tras el sismo de 2017, la escuela cerró por remodelación y, al volver, las condiciones eran mejores. Pero el confinamiento en 2020 catapultó la crisis que arrastran en el presente.

En los cubículos de estudio, los alumnos deben pasar al menos tres horas de práctica, pero la humedad provocada por las goteras y las inundaciones del inmueble, en una escuela cuyas aulas se ubican bajo un estacionamiento, hacen que las condiciones no sean propicias. En la biblioteca los anaqueles que concentran las partituras de obras y la parte más valiosa del acervo están cubiertos por bolsas negras: “Pedimos dictámenes de salubridad, de seguridad estructural por nuestra salud. En segundo plano está el mantenimiento de los instrumentos porque la humedad también hace daño a los instrumentos que son de madera”, afirma un alumno que prefiere no revelar su identidad, porque, dice, la escuela es administrada por la Secretaría de Cultura del Gobierno de la Ciudad de México.

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Grietas, techos sin plafones, decenas de goteras y un sistema de extracción de humedad inservible son constantes en salones, una bodega de instrumentos y en la biblioteca. Fotos: Fernanda Rojas / EL UNIVERSAL
Grietas, techos sin plafones, decenas de goteras y un sistema de extracción de humedad inservible son constantes en salones, una bodega de instrumentos y en la biblioteca. Fotos: Fernanda Rojas / EL UNIVERSAL

En la época de lluvias, los pasillos se inundaron y trazaron un camino de cubetas del que aún hay huellas y un rastro de plafones, por todas partes, que hoy son huecos que dejan al descubierto las tuberías y las estructuras internas del inmueble.

Hace tres meses se rompió la tubería de uno de los baños; entonces, hay baños y cubículos cerrados en lugares donde la situación de la infraestructura está más crítica.

Fue hace 45 años cuando se fundó la Escuela de Música Vida y Movimiento, que tiene 159 alumnos inscritos y 18 en regularización; tiene 87 maestros, de los cuales 33 trabajan por honorarios. Los alumnos cuentan que ha habido compañeros que han solicitado a la dirección de la escuela el presupuesto anual, y no han tenido éxito. Cuentan que otro de los grandes problemas, más allá de que es evidente la necesidad de mayores recursos para operar, es el mecanismo burocrático hasta para los movimientos más simples al interior de la escuela.

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Las instalaciones eléctricas tienen fallas y los salones y el mobiliario están dañados. El aire acondicionado es encendido sólo en casos muy necesarios. Fotos: Fernanda Rojas / EL UNIVERSAL
Las instalaciones eléctricas tienen fallas y los salones y el mobiliario están dañados. El aire acondicionado es encendido sólo en casos muy necesarios. Fotos: Fernanda Rojas / EL UNIVERSAL

Pero el problema de fondo es mayor. Una fuente extraoficial da cifras: las ocho escuelas que pertenecen al Centro Cultural Ollin Yoliztli (Escuela de Danza de la Ciudad de México, la Escuela de Música Vida y Movimiento, la Escuela de Iniciación a la Música y a la Danza, la Escuela de Danza Clásica, la Escuela de Danza Contemporánea, la Escuela de Música del Rock a la Palabra, la Escuela de Mariachi de Garibaldi y Cirko de Mente) tienen un total de mil 764 estudiantes, 314 docentes, 44 licenciaturas y un presupuesto anual de 62 millones 688 mil 729.29 pesos.

Al hablar de la Escuela de Música, explica que no hay un presupuesto asignado (los 62 millones se destinan prácticamente a cubrir la nómina de maestros), por lo que no hay dinero para darle mantenimiento a instrumentos, ofrecer mejores programas académicos, apoyar a estudiantes y comprar insumos básicos para el funcionamiento de la escuela. Además de que hay 14 orquestas y 11 coros comunitarios bajo el cargo de la dirección ejecutiva. Agrega: al menos, 40% de los maestros trabaja por honorarios, así como los directores de cada escuela. Pero un maestro entrevistado se queja, justamente, de esta situación.

Más de una ocasión, las instalaciones eléctricas han tenido fallas. Hay cuartos en los que el sistema de extracción de humedad no sirve, lo cual es nocivo y deteriora con rapidez los instrumentos de madera. Hay un técnico que les ayuda a reparar instrumentos, pero no cuentan con los recursos suficientes para que se dé abasto. Dudan que los sistemas de aire acondicionado operen bien, por lo que los encienden sólo cuando es muy necesario.

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Los estudiantes quisieran tener una cafetería para comer (hay una en el Centro Cultural, pero los precios no son accesibles para ellos, por lo que prefieren ir a un comedor comunitario), un buen servicio de enfermería y psicología, y un fisioterapeuta para músicos.

El maestro dice también que hay sólo dos personas para limpieza en toda la escuela y ni siquiera tienen insumos básicos de papelería.

Todas las fuentes entrevistadas confirman que la escuela se sostiene con la voluntad de docentes y alumnos. Y se quejan por que sienten que no son tratados a la altura que merecen: “Ahora resulta que también vamos a regir los proyectos de educación musical del gobierno”. Son proyectos viejos que a veces vuelven y tienen resonancia a nivel interno: “Se supone que van a hacer una sede allá por La Lagunilla”.

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En octubre de 2024, cuando Ana Francis Mor asumió el cargo como secretaria de Cultura de la Ciudad de México, mostró entusiasmo por “entrar a las escuelas de manera masiva y contundente, con orquestas, haciendo compañías de teatro, de danza, llevándoles teatro, llevándoles artes escénicas, ocupando muchos más el espacio educativo, formando parte de la Nueva Escuela Mexicana”. Palabras que se silencian con las pancartas que estudiantes desplegaron el 4 de noviembre en la Sala Silvestre Revueltas, durante el intermedio del concierto de la Orquesta Sinfónica Juvenil Ollin Yoliztli. Antes hubo un intento de protesta, pero las autoridades los persuadieron de no llevarlo a cabo.

En esta ocasión, los jóvenes alzaron la voz porque saben que no están haciendo nada malo. Ahora se están movilizando para que la jefa de Gobierno, Clara Brugada, los escuche. Es fácil deducir la situación que se vive en las otras escuelas, pero los estudiantes de música hablan por la institución a la que asisten.

Al solicitarle datos básicos al enlace de prensa de la Secretaría de Cultura de la CDMX (presupuesto, matrícula, plantilla de maestros), la respuesta fue que “la información deberás solicitarla a través de Transparencia”. Sobre un plan de acción ante las pésimas condiciones de la escuela, no hubo respuesta.

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