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GUADALAJARA, JAL.- A Mario Vargas Llosa, el Premio Nobel de Literatura fallecido el pasado 13 de abril, la Feria Internacional del Libro de Guadalajara le rindió ayer un homenaje en el que Pilar Reyes, su editora en Alfaguara de -los últimos 30, recordó al gran escritor de quien hoy trabajan su último y ambicioso proyecto, la publicación de sus artículos periodísticos que podría ocupar cinco volúmenes cada uno de 700 páginas, porque Vargas Llosa construyó allí también toda una obra que empezó a escribir desde 1957 y donde habla de las artes, de su país, América Latina, Medio Oriente y la Literatura.
Luego de recordar cuándo y cómo se conocieron, pero también cómo era su proceso creativo, la redondez de sus versiones finales, la entrega de la que él sabía que era su última novela, y su proyecto del último libro de ensayos que quería escribir, Pilar Reyes contó anécdotas del magnífico escritor que es. Y recordó la última conversación sobre ese compendió de artículos periodísticos.
“Mi última conversación con él fue sobre el tomo del Perú. Cuando llegó el índice empieza a ver esto y me dice, ‘700 páginas sobre el Perú’ y dice, ‘He vivido toda mi vida por fuera del Perú y finalmente nunca salí del Perú’. Y bueno, murió en Lima viendo el Pacífico y creo que eso también le da un orden a la persona que fue. Y yo lo recuerdo con gratitud, con emoción y de nuevo diría que con el privilegio de haber conocido a alguien profundamente interesante”, afirmó la editora durante el homenaje titulado “El privilegio de apagar la luz”.
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Reyes recordó que Vargas Llosa siempre le hablaba de su teoría de la novela y que quizás fue el gran pensador del género en nuestro idioma, “creo que tenía una convicción de algo muy importante y es que las novelas, los libros, las ficciones intervienen en la realidad. Ahí no hay una fisura como entre el Vargas Llosa intelectual y el Vargas Llosa novelista. Él se sentía cercano a escritores que piensan que las ficciones hacen la vida, permiten a los lectores vivir otras vidas y a los propios escritores ser menos conformistas, ser ciudadanos críticos, en el fondo ser rebeldes. Y esa a mí me parecía no solo una lección para los novelistas, sino para los editores”.
Dijo además que hasta el último libro que publicó de Mario en el año 2023, cada vez que recibió un manuscrito suyo había una fragilidad de él de preguntarse qué era eso que él había terminado. “Él sabía que había escrito grandes libros, pero al mismo tiempo tenía el desafío enorme de pensar qué era el libro siguiente. Incluso en libros que no estaba seguro de por dónde iban, como el último”, su novela “Le dedico mi silencio”.
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Compartió que cuando Vargas Llosa le entregó ese libro, él sabía que lo había escrito en un momento donde no tenía ya la fuerza para escribir una novela. “Y esa sensación de qué había escrito era todavía más sensible, y quizás ahí viví uno de los momentos más emocionantes con él. Me dijo que esa era la última novela que iba a escribir. Que él ya no tenía la fuerza, la capacidad mental que es tener esa gran estructura de la que hablaba Leonardo Padura, en la cabeza, que él sentía que había llegado a su fin su producción como novelista’”.
Por su parte, el escritor Javier Cercas, reiteró lo que ha dicho en varias ocasiones, que estamos hablando de un señor que escribió y publicó cinco obras maestras indiscutibles. Dijo, “Y aquí llegamos al problema grave de cuantos escritores en nuestra lengua han escrito cinco o seis obras maestras. Cervantes se sale de tabla, escribe el ‘Quijote’, eso no cuenta, esa es una cosa loca; García Márquez se sale de la tabla con ‘Cien años de soledad’ y escribe la ‘Crónica de una muerte anunciada’ que es una obra maestra, y Rulfo escribe ‘Pedro Páramo’, una obra maestras”, afirmó.
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