
José Manuel Cuéllar Moreno (Ciudad de México, 1990) ofrece un viaje para explorar una de las facetas casi desconocidas del filósofo mexicano Emilio Uranga: la de crítico literario.
En el libro "Herir en lo sensible" (Bonilla Artigas Editores, 2025), Cuellar Moreno recupera 130 textos de crítica literaria de Uranga, cada una con sus particularidades, y que deja ver a un Uranga que no temió criticar a las estrellas literarias del siglo XX.
Para el autor, Uranga es un amplio tema de investigación, ya que ha profundizado en la vida y obra de este filósofo, mayormente conocido por el libro "Análisis del ser mexicano" (1952).
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“Esta es una investigación que comenzó por lo menos hace diez años, yo estudié Filosofía y me salió al paso este libro brillante, que es Análisis del ser del mexicano, un libro con un estilo punzante, con unas intuiciones ontológicas que cautivaron mi atención, creo que a nadie deja impasible la prosa de Uranga”, señala Cuellar Moreno en entrevista.
Tras comenzar a investigar a Uranga, el autor se dio cuenta de que el filósofo escribió diferentes textos en columnas periodísticas de la época.
“Tuvo una columna en el periódico a finales de los 50, a lo largo de los 60, y hasta 1984; era un periodista que escribía por lo menos 100 artículos al año, y en algunos años hasta más de 200 artículos, escribió en varios diarios, el principal La Prensa, a lo largo de los 60 publicó ahí, que no solamente era el periódico más leído sino el de mayor tiraje, ahí su columna estaba cerca de las páginas centrales, tenía un título que le venía muy bien ‘Examen’”, apunta.
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En la exploración de la columna Examen de Emilio Uranga, Cuéllar Moreno encontró “verdaderas joyas, perlas de sabiduría”.
“En este océano de artículos había verdaderas joyas, verdaderas perlas de sabiduría, eran como agujas en un inmenso pajar, textos donde Emilio Uranga se ocupaba de comentar las novelas que estaba leyendo, o que entonces estaban publicando, sus obsesiones de siempre, de adolescente, como como Goethe, como Proust, como Ortega, pero también criticaba a personajes contemporáneos, gente que conocía, como Elena Poniatowska, como Fernando del Paso como José Emilio Pacheco”, apunta.
En Herir en lo sensible se reúnen 130 artículos de diferentes temas y autores, los cuales fueron encontrados gracias a un exhaustivo trabajo de búsqueda en archivos.
“Fue muchísimo trabajo de archivo, de búsqueda y es que Emilio Uranga no nos dejó en carpetas sus artículos. En la introducción del libro refiero que la obra de Uranga se la llevó un vendaval furioso, ese vendaval dispersó la obra y no sólo me refiero al tiempo, sino a la voluntad de Uranga, que no quiso dejar un archivo reunido. Este volumen es, de alguna manera, ir en contra de esa voluntad de dispersión”, detalla.
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De acuerdo con la investigación de Cuéllar Moreno, el estilo de crítica literaria estuvo marcado por su estilo cínico y ácido.
“Lo primero es su estilo, yo siempre digo que Emilio Uranga era de estos pensadores que mojan la pluma en veneno antes de escribir, tiene esta acidez, tiene este cinismo, que no es simplemente adorno retórico, él utiliza el cinismo y utiliza este estilo mordaz como una estrategia de desenmascaramiento”.
Para Uranga, la crítica era algo que celebrara las obras, y no una labor erudita de disección de los autores.
“Le encantaba aullar las verdades que los otros se empeñaban en ocultar, este es Emilio Uranga, él tiene una concepción de la crítica como algo festivo, no como una labor erudita de diseccionar a los autores, de ir enlistando las ideas, sino más bien de lo que se trata a la hora de leer un libro, es de captar el modo de ser del autor, es de hacer de las ideas ajenas sangre de nuestras arterias, esto es característico de la crítica literaria de él”, detalla.
Al ser filósofo, hay claras relaciones entre la filosofía y sus críticas literarias.
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“Jamás renuncia a su ADN existencialista, que existencialista quiere decir que para él no hay determinismos, no hay absolutos, y en el caso del arte debe ser siempre un arte comprometido, es decir, un arte que esté alerta, que sea consciente de sus circunstancias, un arte que posea un coeficiente de responsabilidad, y por ahí también van sus críticas literarias”, explica Cuéllar Moreno.
Su pensamiento existencialista, agrega el autor, fue el que lo llevó a ser un crítico inclemente.
“Era alguien al que le gustaba agitar las aguas calmas de la inteligencia mexicana, le gustaba decir no, un no que venía de esta convicción existencialista, siempre es una toma de conciencia, un llamado de conciencia; no es gratuito este veneno, otra cosa que le molestaba, y creo que le podemos dar la razón, es una cultura literaria que se desarrolla alrededor de mandarines, alrededor de jefes literarios, creo que eso le molestaba”.
Cuéllar Moreno añade que la figura de Uranga y su pensamiento han sido sepultados por los investigadores y la academia.
“Uranga es una figura no solamente olvidada sino deliberadamente sepultada en el olvido. Él tuvo muchísimos enemigos en vida, justamente por esta manía suya de desenmascarar, de tocar las fibras sensibles, de herir lo sensible. Y, sin embargo, creo que los principales enemigos de Emilio Uranga han sido los investigadores de filosofía mexicana actual que no nos hemos preocupado de reunir su obra y de leerla” concluye.