El Programa Sectorial de Cultura 2025-2030, publicado el 15 de septiembre pasado en el Diario Oficial de la Federación, carece de una visión clara sobre el sector económico dedicado a la producción cultural, deja de lado a las industrias creativas del sector privado y parece tomar en cuenta solamente al sector cultural de la administración pública, una característica de los gobiernos de la 4T, coinciden especialistas en legislación cultural consultados por este diario.
Uno de los principales puntos de atención de este Programa es precisamente que no hace una diferenciación entre las cabezas del sector cultural (secretarías e institutos) de las empresas culturales del país (entendidas como generadoras de la economía cultural), señala el analista en políticas culturales y miembro del Grupo de Reflexión Sobre Economía y Cultura, Eduardo Cruz Vázquez.
El especialista señala que, al no haber una diferenciación clara entre estos dos conceptos (gobierno encargado del sector cultural y sector cultural como responsable de la producción económica), genera una confusión que plantea una serie de narrativas imprecisas, confusas y engañosas.
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“Lo que no hacen es la distinción, en efecto, entre lo que es tratamiento de la cabeza del sector cultural, que es la Secretaría de Cultura, y lo confunden con lo que es el sector cultural como sector de la producción que forma parte de la economía nacional y que, por esa misma confusión, se genera una serie de expresiones, de contenidos, de narrativas que son imprecisas, inconsistentes y, en muchos casos, diría hasta engañosas” subraya Cruz Vázquez.
El experto en políticas culturales Gerardo Ochoa Sandy precisa que el documento menciona un trabajo conjunto del gobierno con la iniciativa privada, sin embargo, no se señala un apoyo concreto a las industrias del sector privado.
“No hay mención asociada en concreto a las industriales culturales del sector privado, (el documento) hace una omisión en este sentido, de lo cual llevamos un atraso considerable que se remonta a antes de la 4T, que creo que en este punto ya no se puede salvar. En la lógica del proyecto ideológico cultural, le dan cierta prioridad a la industria de las artesanías, nada más veo eso”, señala Ochoa Sandy.
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Por su parte, el antropólogo Bolfy Cottom señala que hay algunas menciones de colaboración con el sector cultural privado, donde se habla de colaboraciones con las industrias creativas, pero no se deja claro qué tipo de industrias ni qué tipo de colaboraciones.
“Sí mencionan a las industrias creativas, pero no precisan cuáles o de qué tipo, porque sabemos que hay muchos tipos de industrias culturales, además de que sólo hablan de trabajos de colaboración”, menciona Cottom.
“El Programa Sectorial carece de una visión económica clara, y de una política clara para el sector cultural, entendido como el sector de la producción económica, puede que hagan algunas alianzas público-privadas para llegar a ciertos fines, pero, a mí parecer, eso no es suficiente”, apunta Cruz Vázquez.

Además de la falta de precisión en el tema de las industrias culturales, otro tema que señalan los especialistas es la similitud entre los ideales que sostienen el Programa Sectorial de esta administración con programas pasados, como los realizados en las presidencias de Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo.
“En el documento se puede ver la fuerte herencia de la extinta Conaculta, que hoy es la Secretaría de Cultura, pero el documento es un refrito de muchas cosas que ya se dijeron antes, en sexenios pasados, pero le agregan algunas particularidades como la participación social y ese humanismo que siempre mencionan, que yo no termino de entender”, señala Bolfy Cottom.
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Si bien uno de los objetivos que señala el documento es la vinculación de la cultura con la comunidad, para Ochoa Sandy las estrategias son parte de un adoctrinamiento. “Los cuatro objetivos son claros, son también una síntesis de lo que en buena medida se contempló en los programas de cultura que cubrieron el periodo de 1989 a 2018.
“La novedad tal vez es la educación cultural y artística a todos los niveles, la apuesta es loable. Lo que causa escalofríos es que esa apuesta forme parte del Humanismo mexicano y la Nueva Escuela Mexicana, nociones inventadas en el sexenio pasado y que cumplen la función de adoctrinamiento político, tal como lo confirman los desastrosos Libros de Texto Gratuitos, estos objetivos serían entonces una ampliación de lo que realiza el Instituto Nacional de Formación Política de Morena, huele a socialismo de clóset”, refiere Ochoa Sandy.
Precisamente uno de los sellos de la administración actual es la atención a la educación artística, que incluye su infraestructura, pero para Cottom lo que se plantea en el Programa son solo promesas y buenas intenciones. “(En el Programa) es positivo que se quiera vincular el sector cultural con el sector educativo, no están dando la razón a aquellos que nos opusimos que Cultura saliera de ese sector, la política cultural no puede entenderse sin la educación, pero están preocupados por la educación artística, dicen la educación cultural, que se amplíe y articule diversas ofertas y niveles de modalidades educativa, en el papel se lee bonito y bien, pero la realidad es otra, la realidad hoy de las escuelas del INBAL y del INAH es deplorable”.
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En términos prácticos, el Programa Sectorial se compone por 4 objetivos, 22 estrategias y 135 líneas de acción, pero no hay armonización por una razón, la falta constante de presupuesto para el sector.
“Puede que repitan lo mismo que pasó con (Alejandra) Frausto, en donde, en medio de todas las carencias en todos los niveles del sector, se favoreció a la cultura comunitaria, pero parece que esta vez será con la nueva unidad de Culturas Vivas, de las artes comunitarias: regalar colecciones de libros, entre otros ejemplos”, señala Cottom.
Para el analista Carlos Lara, el programa está hecho “con las ocurrencias” de los funcionarios en turno; además, añade, “no hay ninguna correspondencia con el Plan Nacional, no la vas a encontrar, tampoco hay una propuesta directa, solida, no pasan de un diagnóstico repetido, de todos los Programas de Sector, es el más pobre que me ha tocado revisar”, dice Lara.
Agrega que el Programa no da estrategias claras en el tema de la diplomacia cultural ni aborda el Mondiacult, celebrado dos veces en nuestro país.
“No vas a ver ni una referencia a ese gran evento, que fue algo importante para la vinculación con la cultura mundial, no ves nada, ni siquiera eso que hicieron medianamente bien el sexenio pasado”, dice.