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Para la directora Esther André González, en Medealand, versión que la dramaturga sueca Sara Stridsberg hace del clásico casi homónimo de Eurípides y que produce Teatro UNAM en su montaje mexicano, se subraya en primer término algo evidente: que Medea es una mujer, "lo cual ya es una forma de estar marginada", y que, además, es una migrante que quema todas sus naves para apostarle al amor. "Ella deja todo para construir otro mundo, pero cuando aquello es traicionado hay una descompensación y empieza la hibris de la tragedia, el castigo divino".
En la ficción, el reino de la Cólquida, donde transcurre la tragedia, puede ser cualquier lugar: Haití, Pakistán, Trinidad y Tobago, México o Filipinas, dice la directora. Si bien Stridsberg ha hecho una Medea que enfatiza en las políticas migratorias de la Unión Europea, su versión es fiel a la original. La historia es conocida: tocada por la locura y en busca de venganza contra su esposo, Jasón, Medea asesina a sus hijos y huye del reino con los cadáveres.
"Creo que desde Eurípides, Medea está buscando justicia. Ella se encuentra en una situación y vulnerable, pero también es enormemente lúcida y consciente sobre los mecanismos bajo los que funciona un sistema que la borra, la marginaliza y no la escucha".
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En otras palabras, la versión de Stridsberg tiene otro pie puesto en el presente al cuestionar el mito fundacional de la maternidad: "Esa madre heroica que tiene que aguantar todo, que se tiene que borrar y, para salvar a sus polluelos, no puede darse permiso de sentir o de tener hambre y miedo", detalla González.
Se trata de poner en tela de juicio un paradigma que parece tan antiguo como la humanidad: el de la mujer que, como una especie de vocación femenina, sólo adquiere identidad al sacrificarse, y la forma en la que este imperativo reproduce un sistema hipócrita. "Medea aprendió de su madre a amarse, tenerse respeto a sí misma y vivir bajo una serie de valores que han sido pisoteados mil veces y siguen siéndolo en nuestras sociedades tan patriarcales: el amor como fuerza de choque; lucha y revelación de la vida y la justicia. La única razón de que el ser humano exista es la justicia; su única salud está en la justicia y en el amor, pero estamos en un mundo que vilipendia, destruye y abusa al amor y la justicia de una forma totalmente hipócrita".
Ella siempre tendrá la dignidad y la fortaleza para exigir justicia, aunque haya sido vencida y anulada por el sistema. "Su condición migrante es algo que ella va a señalar todavía más. En Europa, los migrantes son aceptados por las buenas conciencias, pero se deja que se les explote y además se les dice que son peligrosos. La relación de Medea con el rey también es la metáfora de las políticas hacia los migrantes no deseados en Europa, los que no llegan con los fajos de billetes o que tienen un poder enorme. Mientras las leyes continúen siendo la herramienta de unos cuantos poderosos seguiremos en un sistema donde los depredadores son protegidos; cuánto más vulnerable sé es, el acceso a los derechos es menor y se agudiza la necesidad de protección".
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En el elenco de Medealand están Paula Watson, Clarissa Malheiros, Juan Carlos Remolina Suárez, Elizabeth Pedroza, David Calderón León, Assira Abate y Tamara G. Cano, y puede verse los miércoles, jueves y viernes, a las 19:30 horas; sábados, a las 19 horas, y domingos, 18 horas, hasta el 1 de julio en el Foro Sor Juana Inés de la Cruz del Centro Cultural Universitario.
El dispositivo escénico, con piezas de videoarte, música original, diseño sonoro, coreografías y, claro, el escenario, está diseñado para reflejar el carácter alucinatorio que hay en la vida interior de Medea.