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Mario Vargas Llosa, el narrador, ensayista e intelectual peruano-español que siempre dijo que la literatura era fuego y que los escritores eran “los profesionales del descontento, los perturbadores conscientes o inconscientes de la sociedad, los rebeldes con causa, los insurrectos irredentos del mundo, los insoportables abogados del diablo”, murió ayer a los 89 años, confirmaron sus hijos Morgana y Álvaro. “Con profundo dolor, hacemos público que nuestro padre, Mario Vargas Llosa, ha fallecido hoy en Lima, rodeado de su familia y en paz”, escribieron X.
En un comunicado señalaron que no habrá ceremonia pública, que será despedido entre familia y amigos cercanos y que sus restos, como era su voluntad, serán incinerados. “Gozó de una vida larga, múltiple y fructífera, y deja detrás suyo una obra que lo sobrevivirá”.
El escritor que en 2010 obtuvo el Premio Nobel de Literatura dijo entonces: “Seríamos peores de lo que somos sin los buenos libros que leímos, más conformistas, menos inquietos e insumisos y el espíritu crítico, motor del progreso, ni siquiera existiría. Igual que escribir, leer es protestar contra las insuficiencias de la vida.”
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Nacido el 28 de marzo de 1936, en el segundo piso del bulevar Parra, en Arequipa, Perú (como se cuenta en el libro Mario Vargas Llosa. La libertad y la vida), Jorge Mario Pedro Vargas Llosa fue considerado uno de los escritores más potentes de la literatura hispanoamericana del siglo XX y XXI.
Forjó una carrera literaria a partir de la convicción de que “la literatura nos retrae al pasado y nos hermana con quienes, en épocas idas, fraguaron, gozaron y soñaron con estos textos que nos legaron y que ahora nos hacen gozar y soñar también a nosotros”.
Desde los años 60 que comenzó a escribir, Vargas Llosa no dejó de hacerlo y generó una obra que supera las 60 piezas, entre ellas 20 novelas, cuatro libros de cuentos, 10 obras de teatro y cerca de 30 ensayos donde juega un papel muy importante su posición política.
De niño, Vargas Llosa soñaba con llegar algún día a París desde que descubrió y leyó la literatura francesa que lo deslumbró.
“Fui marxista (de joven) y creí que el socialismo sería el remedio para la explotación y las injusticias sociales que arreciaban en mi país, América Latina y el resto del Tercer Mundo”, dijo al recibir el Nobel.
En 1967, al recibir el Premio Rómulo Gallegos, afirmó que la vocación literaria “nace del desacuerdo de un hombre con el mundo, de la intuición de deficiencias, vacíos y escorias a su alrededor”. Más de cinco décadas después, el intelectual mantenía vivo el desacuerdo con las deficiencias en la política, y la pasión por la literatura, la vida y la libertad.
El escritor que hizo de la novela su género más frecuente y del ensayo su herramienta más eficaz para dilucidar la política y el acontecer de la sociedad contemporánea, calificó a México como una “democracia imperfecta, como lo son todas las latinoamericanas, pero democracia al fin y al cabo”.
De México estuvo cerca, en especial de la FIL Guadalajara, donde recibió el Premio Internacional “Carlos Fuentes” en 2012. Estudió Letras y Derecho en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, en Lima; en 1959 partió a España para hacer un doctorado en la Universidad Complutense de Madrid y obtuvo el título de Doctor en Filosofía y Letras.
La literatura fue su gran pasión. En ella reconoció a sus grandes maestros, amigos y cómplices; desde Julio Cortázar, Ernesto Sábato, Octavio Paz y Jorge Luis Borges a Guillermo Cabrera Infante, Gabriel García Márquez, Adolfo Bioy Casares y Juan Carlos Onetti.
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El autor de obras como Pantaleón y las visitadoras, Conversación en la Catedral y Tiempos recios comenzó su ascenso literario con la publicación de la novela La ciudad y los perros, que lo convirtió en una de las figuras fundamentales del Boom de la literatura hispanoamericana de los años 60.
Con La casa verde, en 1963, Vargas Llosa comenzó su consagración en la literatura, su obra ha sido traducida a más de 30 idiomas y llevada cine y teatro, e incluso incursionó en la actuación.
El escritor Carlos Granés dijo en 2016 a propósito de los 80 años del narrador que ha hecho una permanente exploración en las zonas oscuras, irracionales del ser humano. “Como escritor y como intelectual es una referencia insoslayable. Su obra, junto con la de otros grandes escritores de su generación (todos muertos, lamentablemente), puso a América Latina en el mapa cultural”.
El crítico literario Julio Ortega indicó también que las novelas de Vargas Llosa “no son de ideas pero trasuntan las agonías del desamparo social, y le dan una dimensión trágica a la injusticia”.
Y es que Vargas Llosa rompió con los cauces de la narrativa tradicional al asumir las innovaciones del extranjero y adoptar técnicas como el monólogo interior, la pluralidad de puntos de vista y la fragmentación cronológica. Su narrativa desarrolló una labor crítica y escribió estudios sobre diversos autores y cuestiones literarias.
Desde joven fue colaborador de periódicos y revistas. En su madurez y a lo largo de varios años publicó en el diario español El País y la revista mexicana Letras Libres.
Recibió múltiples premios y reconocimientos. En 1994 fue designado miembro de la Real Academia Española, ese mismo año le dieron el Premio Cervantes.
Un inmortal
La política siempre intrigó a Vargas Llosa y fue tal su interés que en 1990 participó como candidato a la presidencia de la República de Perú por el Frente Democrático-FREDEMO. Luego de dos peleados procesos electorales (primera y segunda vuelta) perdió las elecciones y regresó a Londres a retomar su actividad literaria. En marzo de 1993 obtuvo la nacionalidad española, sin renunciar a la peruana.
“Defendamos la democracia liberal que, con todas sus limitaciones, sigue significando el pluralismo político, la convivencia, la tolerancia, los derechos humanos, el respeto a la crítica, la legalidad, las elecciones libres, la alternancia en el poder, todo aquello que nos ha ido sacando de la vida feral y acercándonos —aunque nunca llegaremos a alcanzarla— a la hermosa y perfecta vida que finge la literatura, aquella que sólo inventándola, escribiéndola y leyéndola podemos merecer. Enfrentándonos a los fanáticos homicidas defendemos nuestro derecho a soñar y a hacer nuestros sueños realidad”, mencionó al recibir el Nobel.
En 2021 fue elegido miembro de la Academia Francesa de la Lengua. El 9 de febrero de 2022, al dictar su discurso, aseguró su posteridad (además de ser Nobel), pues al ingresar a esta academia se convirtió en un “inmortal”.