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Los Fridos, obra escrita y dirigida por Clemente Vega, parte de un hecho poco conocido: los años, en la década de 1940, en que Frida Kahlo dio clases en la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado La Esmeralda, del INBAL. “Frida fue docente y formó una generación a la que llaman Los Fridos. Viven uno o dos de ellos, ya muy mayores. Esto es un ejercicio imaginativo a partir de ese hecho y es una obra que habla sobre la docencia, no sobre Frida en específico”, explica la actriz Mónica Bejarano, quien da vida a Frida Kahlo en la obra.
Cuenta que Los Fridos fueron alrededor de ocho estudiantes, aunque en la obra se representan a cinco. “Frida Kahlo es una figura icónica. Uno de los retos fue tratar inocentemente de llenar la expectativa que la gente podría tener sobre ella y todo lo que está escrito, todas las ideas que la rondan y le atribuyen. Hay muchas frases por ahí que ella, en realidad, no dijo. En fin, abarcar algo así implicó mucha búsqueda”.
La principal fuente de Bejarano son las cartas que escribió Frida. “Fue lo que más me sirvió para entender cómo se expresaba, cómo era su letra, las cosas que decía”, precisa y abunda en la premisa de la obra: la reflexión sobre las personas que en algún momento de la vida fueron maestros o dijeron algo significativo para virar hacia algún punto en la propia vida.
“Esta es una de esas historias de maestros fuera de lo común, que llegan y replantean todo y ponen de cabeza el mundo de los estudiantes. La universalidad de la historia es que casi podemos asegurar que todos nos topamos con ese maestro que dijo una cosa, que hizo algo que pudimos haber odiado o amado, pero que nos modificó”.
El público les dice, cuenta, que al salir de la función pensaban en sus maestros de primaria, por ejemplo. Y hay un punto, también, donde los docentes aprenden de los alumnos: “Es innegable. Es una reflexión para revalorar el trabajo de quienes enseñan, lo cual implica mucho más que el tiempo que el que se le dedica al estudio”.
Una nueva dimensión de la figura de Frida Kahlo también se le reveló a la actriz, más allá de la figura comercial. “Antes de Frida casi no había pintoras mujeres reconocidas en México. Además, la figura de las mujeres pintadas era estilizada; generalmente era hecha por hombres que representaban su objeto del deseo, una feminidad sumamente cursi. Frida se pintaba de una manera casi cínica, desnuda en la cama, toda llena de sangre, descarnada. Antes de Frida nadie había pintado a una mujer así. Fue una persona libre, con su propia ventana al universo; ella podía asomarse a un mundo donde sólo se obedecía a ella misma. La definía la libertad”.
También actúan Bobby Mendoza, Jorge Viñas, Fabiola Villalpando, Elisabetha Gruener, Andrés Jurado, Gonzalo De Esesarte y Mario González Solís. La temporada termina este fin de semana en el Foro Lucerna.