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Por primera vez se muestra en su totalidad la colección personal de Lilia Carrillo (2 de noviembre de 1930 - 6 de junio de 1974), una de las pocas mujeres artistas en formar parte del movimiento de la Ruptura. En la Galería Kurimanzutto se pueden observar 59 obras de su autoría y que decidió conservar para sí misma.
La inédita exposición, que estará abierta al público hasta el 17 de agosto, ha sido inmortalizada en un catálogo, editado por la propia galería y con un ensayo del historiador de arte Daniel Garza Usubiaga.
Con la moderación de la historiadora de arte y curadora Roselin Rodríguez, Garza Usubiaga y el pintor Ana Segovia —que actualmente exhibe en la Bienal de Venecia—, conversaron sobre lo que revela esta colección sobre Carrillo.
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El estudioso señala que conoció la colección de la mano de Manuel Felguérez, esposo de Carrillo y heredero del acervo. Garza Usubiaga explica que ese recorrido “me cambió totalmente la perspectiva de la artista, lo multifacética, sino también su desarrollo”.
“Era un poco desconcertante ver que en la hemerografía se abordaba lo mismo (sobre Carrillo) constantemente, que su obra era lírica, atmosférica, muy espontánea. Era curioso ver esta serie de términos calificativos muy femeninos y obvios, sobre que trabajaba desde el sentimiento. No creo que haya sido tan espontánea, aprovechaba los accidentes, pero hay indicios de ideas preliminares. En la investigación se fue encontrando a una artista más compleja. Trate de darle una nueva lectura”, dice Garza Usubiaga sobre el ensayo que escribió para el catálogo.
Tanto la muestra como el catálogo abren con un autorretrato que Carrillo pintó a la edad de 17 años, cuando estudiaba arte en La Esmeralda. La obra cautiva por la firme mirada con la que esta joven versión de Carrillo recibe al público. De acuerdo con los participantes, los ojos de Carrillo auguran lo que vendrá después, tanto en su vida, como en la exposición.
“Es increíble ver a esa pintora a través del tiempo, a través de sus ojos. Fue una elección increíble abrir con el autorretrato. El pintarse a uno mismo es otra cosa; verse al espejo horas y horas y llegar a ese resultado formado de instantes. El autorretrato genera una presencia que es fuertísima. La mirada de Lilia Carrillo al público es como si dijera ‘aquí estoy’. Pero también hay sorpresa, es casi desafiante. Siento que esa mirada me persigue en toda la muestra. Y en esa mirada también dice ‘aquí ya está todo’, todo lo que se viene”, dice Segovia.
Garza Usubiaga coincide que desde el autorretrato se puede ver la intención de la artista.
La exposición y el catálogo es un íntimo recorrido por la mente de la artista, que paradójicamente no revela mucha información, sino que plantea más incógnitas.
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Segovia destaca que es muy interesante ver qué decidió conservar Carrillo y agrega que:
“Esta exposición está llena de preguntas.El pintar es querer ver algo que no está. Entonces, ver estos cuadros y cómo están construidos, de una manera tanto misteriosa, como burda, como fina, es ver a una persona hacerse preguntas constantemente y es contagioso. Queda registro de alguien que estaba pensando el cómo, eso se comunica y como artista es contagioso”.
Sobre el misterio que aún rodea a las obras en esta colección es la falta de fechas y títulos. Garza Usubiaga explica que Carrillo era dada a dar título a sus obras, pero señala que “con el tiempo se han perdido. Hoy en día hay muchas piezas que se identifican sin título, que probablemente tuvieron título”.
El catálogo de “Los Lilia Carrillo de Lilia Carrillo” tiene un costo de 350 pesos y se puede adquirir en la tienda de la Galería Kurimanzutto.
melc