Un alto jerarca de la en la España del siglo XIX, embaraza a una jovencita llamada Josefa, que forma parte de su congregación. El escándalo en el seno de una familia y una sociedad con gran raigambre católica, obliga a esa adolescente a mudarse, junto con su hermana, a Nicaragua para comenzar una “nueva vida” y establecer una escuela de música en un país colorido y exuberante. La historia es de novela y así lo entendió pronto la , , pero lo doloroso es que fue una historia real que vivió su tatarabuela Josefa, su antepasada y origen de su familia.

“El tema de los estigmas y de ponerle etiquetas a cómo debe de ser una sociedad o una familia eso también lo traigo al terreno de la reflexión; y nada más me puedo imaginar en 1870 una familia sumamente católica que tenga un escándalo como este, la gente es apartada, son tachados de mil cosas y por eso mismo esta niña emprende el viaje de España hacia Nicaragua, para que se esconda lo qué pasó”, asegura a la escritora de "", su nueva novela publicada por Hachette Literatura.

Ligia Urroz cuenta que la semilla de la novela fue porque un día su abuela, como de pasada, les dijo a su tía y a ella, “ustedes vienen de un obispo… Sí, el obispo de León y Castilla, embarazó a Josefa Urroz y de ahí viene toda la familia”. Esa revelación se le quedó clavada a Ligia y pasado los años, ya como escritora, quiso indagar más, pero su abuela había muerto y la tía padecía Alzheimer. Entonces entró la literatura.

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“Esto va a ser una novela totalmente de ficción sobre una premisa que es verídica, pues en realidad Josefa Urroz existió y sí es mi tatarabuela, era una maestra de música en Nicaragua, era una española y de ahí decidí también hablar de los temas que me importa hablar. El tema de la culpa, el tema del abuso, el tema de la pedofilia también, porque ella está muy jovencita. Entonces, dije, ‘Voy a hablar de todos estos temas y no desde una perspectiva moralista, sino desde una literaria”.

Ligia Urroz tiene claro que la literatura no debe de ser moralista, y menos debe ser panfletaria, “pero sí te debe de llevar a presentar los hechos y luego que la gente decida de qué lado está o qué quiere platicar, y mostrar, por supuesto, la condición humana”, señala.

Nicaragua, su tierra, era en la época de la novela y del trayecto de su tatarabuela y su tía, al nuevo mundo. “En realidad el viaje se torna un aprendizaje para las mujeres, para los dos jovencitas y también para doña María Luisa que es la mentora, ella aprende de las chavas”.

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Ligia Urroz asegura que María Luisa que es como esta madre que las acoge y que tiene todos estos pensamientos de nuestros tiempos, “creo que el corazón de la mujer salva. Josefa siente una culpa horrorosa, porque además de que es vejada, ella siente que ella tiene la culpa de haber sido vejada, y eso es horrible. Las mujeres vamos cargando de la culpa primigenia que es la culpa de que si Eva le dio la manzana a Adán, pues ella tiene la culpa de que Adán se la haya comido”.

Dice que esa culpa permanece y eso es terrible, “por ejemplo, una chava es violentada en la calle y se dice, ‘no, es que iba borracha e iba con minifalda’. Incluso una madre que deja a sus hijos en una guardería para ir a trabajar, genera culpa”.

Por mi gran culpa es la segunda novela de la trilogía sobre Nicaragua que Ligia Urroz quiere escribir. “Quiero hacer una trilogía nicaragüense, esta es la segunda novela de la trilogía, ya luego vendrá la tercera”, dice la narradora, que salió de Nicaragua en 1979, con la guerra civil. “Añoro mi tierrita de volcanes y no he podido volver. Es una cuestión terrible lo que está ocurriendo, la dictadura no deja respirar y cada vez hay más represión y censura. Los nicaragüenses no la están pasando nada bien”, concluye.

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