La soledad, el dolor, la orfandad, pero también una gran capacidad de “encontrar lo divino en un lugar común” y hallar la belleza de las personas comunes a través de la poesía, son parte de los temas que mantienen vigente a la poeta (Massachusetts, 1911-Boston, 1979), quien es considera una de las grandes voces de la literatura americana y una de las más valiosas poetas de su generación, que es para la editorial Vaso Roto una de sus constelaciones literarias mayores.

Esa editorial hispanomexicana acaba de publicar "Elizabeth Bishop. Un milagro para el desayuno", la más profunda, completa y ambiciosa biografía, escrita por Megan Marshall, quien es ganadora del Premio Pulitzer de Biografía, y quien en videoconferencia señaló que “Bishop tiene la virtud de encontrar lo divino en un lugar común”. Dijo además que “fue un buen ejercicio para mí como biógrafa, la admiraba como poeta, me lastimó como poeta aspirante. No estaba segura de que me iba a poder agradar, por eso separé en el libro la historia personal. Creo que hay una identificación y simpatía. Eliges a alguien que es admirable y lo que hice fue ponerme en sus zapatos para entenderla”, señaló.

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Elizabeth Bishop. Un milagro para el desayuno está escrita a dos tiempos, uno que se adentra en la biografía de la poeta y otro, que cuenta la experiencia de Marshall como alumna de Bishop. Es una especie de mapa detallado de la vida y obra de la poeta. Desde su orfandad desde niña hasta su soledad, dolor y depresión de adulta. “Era una huérfana temerosa y solitaria, en sus relaciones encontraba a gente que podía apoyarla, pero ella sabía esencialmente que estaba sola. El dolor que ella sintió era el dolor de huérfana”, dijo.

En esta biografía hay una mujer excepcional que pudo transformar una vida llena de dolor en una de las mejores poéticas. Lo que hizo Marshall fue recuperar a través de documentos, cartas, voces de amigos y su poesía, la vida y obra de Bishop. Su infancia, sus inicios en la poesía, su formación poética en la juventud, sus dolores transformados en poesía. “Era muy prolífica como poeta. Era perfeccionista. Ella escondía la historia de sus papás, escondía sus amantes y escondía su alcoholismo. Todo eso la frenó, pero al mismo tiempo la poesía fue como una balsa y un salvavidas”, dijo Marshall.

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