Mi historia con la Universidad Nacional Autónoma de México inició un poco tarde, pero no por eso es menos significativa. Llegué a ella al hacer un posdoctorado en el Instituto de Ingeniería en el Campus Juriquilla, en 2016. El recibimiento fue cordial, lleno de retos y de nueva esperanza para el futuro, tanta que me quedé como Investigadora por México adscrita a la Máxima Casa de Estudios a partir de 2018, por lo que mi carrera como académica la he desarrollado allí. Me enfoco en la producción de biocombustibles y en esta institución encontré la dirección y los medios para seguir mis investigaciones.

¿Por qué digo que al inicio la UNAM fue un lugar cercano? Porque mi carrera como ingeniera ambiental la realicé en el Instituto Politécnico Nacional, en la Unidad Profesional Interdisciplinaria de Biotecnología, mientras que la maestría y el doctorado, en el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav). Así que sólo escuchaba sobre la Universidad en reuniones con amigos, en el fútbol y en las noticias; y principalmente estaba enterada de ella por la famosa “rivalidad” entre Burros y Pumas. Ya desde entonces sabía que era la Máxima Casa de Estudios, pero no estaba familiarizada con su magnitud. Al empezar mi posdoctorado en el IINGEN comencé a entender a qué se refería la gente con esa frase y lo que implicaba ser parte de ese nuevo mundo. La identidad que se forman los integrantes de la UNAM es muy importante porque conlleva un dar y recibir continuo entre la institución y las personas. Al sentirte respaldado y fortalecido, tienes la necesidad de retribuir.

En mi caso, el entrar al IINGEN, Campus Juriquilla, no sólo posibilitó que se abriera mi camino en la investigación, sino que también fue un paso para ampliar mi panorama de vida al dejar mi amada Ciudad de México. Yo, como muchas personas, no me veía en un estado fuera de la zona metropolitana de la CDMX. Tenía miedo de no contar con un lugar al cual ir en mis ratos libres, de que no hubiera oferta cultural, etcétera. Qué equivocada estaba: Querétaro es un estado con una gran calidad de vida y ya no quiero salir de aquí. En cuanto a la parte cultural, en esta localidad hay buenas propuestas de entretenimiento, especialmente en la zona centro, pero en la de Juriquilla, que está más alejada, la Fundación UNAM Capítulo Querétaro nos brinda un sinfín de actividades de teatro, conciertos, presentaciones de libros, círculos de lectura y talleres, entre otros quehaceres.

Al ver esto, me puse a indagar más sobre la Fundación UNAM y me pude dar cuenta de que sus objetivos son más amplios que únicamente impulsar la parte cultural; también están muy enfocados en promover la docencia y la investigación, lo que demuestra el interés de la Universidad por el desarrollo tanto profesional como personal de sus integrantes. Esta organización es muy importante, ya que además apoya, de manera inclusiva, a alumnos para que logren con éxito sus estudios mediante becas y otras aportaciones, algo que es fundamental en ese dar y recibir que mencioné antes. Con todo esto, yo deseo igualmente contribuir un poco a todo lo que me brinda, considerando ahora a la Universidad de la Nación no sólo como un conocido cercano, sino como mi nueva casa.

Investigadora por México, Instituto de Ingeniería, Campus Juriquilla

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