Mi pasión por el deporte comenzó desde niña. Me enganché cuando empecé la práctica de la gimnasia y decidí que mi vida giraría en torno a la actividad física.
Por experiencia propia, muy pronto cuestioné las limitaciones que nuestro país tenía en cuanto a la promoción y práctica del deporte, como el poco acceso a instalaciones para el entrenamiento, la escasez de instructores, la inexistencia de un sistema claro para el desarrollo del alto rendimiento y el inadecuado fomento del ejercicio para el cuidado de la salud.
Investigué cómo podría contribuir a mejorar el deporte en México, y la mayoría de los comentarios apuntaron a que faltaban dirigentes deportivos más preparados. Decidí que me alistaría para desempeñar ese rol y, desde esa trinchera, abrir caminos a nuevas generaciones.
La oferta de carreras especializadas en gestión deportiva no era muy amplia y, por ello, opté por estudiar Administración en la FCA de la UNAM, al tiempo que tomaba diplomados y cursos en deporte para poder complementar mi formación.
La oportunidad de ingresar a la Universidad Nacional fue invaluable en todos los sentidos. Convivir con una gran diversidad de personas con maneras de pensar y realidades distintas fue enriquecedor. El acceso a todas las actividades extracurriculares, a otras áreas del conocimiento y a experimentar la vida en Ciudad Universitaria sólo me hace sentir una enorme gratitud con la UNAM y con todos aquellos que han hecho posible que gente como yo pudiera tener una formación profesional.
En mi Alma Mater practiqué gimnasia y me afilié como juez de esta disciplina. Participé con este nombramiento en tres Juegos Mundiales Universitarios representando al deporte estudiantil. Aprendí ruso en el CELE (lo que me acercó a esa cultura con amplia tradición y nivel en la gimnasia). Encontré espacios donde usar internet en los años en los que el acceso era limitado, y pude estar al día sobre lo que acontecía en gimnasia a nivel global. Admiro y me enorgullezco de la identidad y del sentido de pertenencia a la Universidad y a sus colores. Es un valor que intento replicar cuando represento a México en otros foros o cuando he liderado organizaciones como la Unión Panamericana de Gimnasia, de la cual fui presidenta por nueve años.
Hoy puedo decir que la UNAM me ayudó a cumplir con mis objetivos; y sí, soy dirigente deportivo con un gran deseo de regresarle a México todo lo que me ha dado.
En 2012 recibí el Premio Nacional de Deportes como juez. Fue la primera vez que se entregó este reconocimiento a jueces y árbitros, y tuve el honor de estar acompañada de otros galardonados representantes de la UNAM.
He participado en siete Juegos Olímpicos y dos Juegos Olímpicos Juveniles. Probablemente los que más me marcaron fueron los de Río 2016, donde fui parte del comité organizador como gerente de competencia de todas las gimnasias.
Cada día, al ver el Estadio Olímpico Universitario recuerdo lo importante que fueron los Juegos Olímpicos de 1968, el legado de la UNAM y lo afortunada que soy de poder vivir la experiencia olímpica desde adentro.
Actualmente soy vicepresidenta de la Federación Mexicana de Gimnasia y de la Federación Internacional de Gimnasia (FIG). Sobra decir que todo lo aprendido en mis años de universitaria lo sigo implementando día a día en mi trabajo.
Enhorabuena a la Fundación UNAM por los 32 años de labor incansable para mantener lazos entre la comunidad universitaria e invertir en el potencial humano.
Mi agradecimiento por siempre a la UNAM por su generosidad y por sus espacios de inclusión y desarrollo personal y profesional.
Vicepresidenta de la Federación Internacional de Gimnasia