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En su versión impresa, Confabulario dedica el número al cine hecho por mujeres. Durante un tiempo, la labor de las mujeres en el cine estaba encasillada a ciertos roles. A través de años de trabajo y lucha colectiva, irrumpieron en la escena con historias sobre la violencia, migración, desaparición forzada, entre otros temas. A pesar de que en la industria hay más participación femenina, aún hay estigmas y prejuicios por romper.
En una lectura actual, las películas mexicanas más relevantes de los últimos años son de mujeres: narrativas arriesgadas, disruptivas y, claro, reveladoras. Historias que han logrado apoderarse del reconocimiento de una industria que, durante décadas, estuvo dominada por los hombres.
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Tuvieron que pasar 57 ediciones de los premios Ariel para que se reconociera a una mujer como “Mejor Directora”. En 2017, Tatiana Huezo irrumpió con La tempestad, un documental sobre dos mujeres víctimas de la impunidad en México.
Además, acompaña a este reportaje un ensayo de la crítica de cine, Adriana Bellamy, sobre una cineasta innovadora y, a su vez, con pocos reflectores, la mexicana Luisa Riley. Podemos ver su trabajo en "Flor en Otomí", un documental que repasa la vida de la joven disidente Dení Prieto Stock y la serie de opacidades en torno a su muerte, a manos del Ejército. Adriana profundiza en "Se me hizo tarde en México. Una carta a Gertude", donde Riley utiliza el cine como una arqueología de la memoria familiar.
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